¿Por qué es que los otros, mis camaradas, no hicieron lo mismo? Yo no se lo impedí. Ése es el que hubiera sido el crimen, si yo se lo hubiese impedido. Pero yo ni siquiera se lo impedí ocultándoles el verdadero método anarquista; en cuanto descubrí el método, se lo dije claramente a todos. El mismo método me impedía hacer más. ¿Qué más podía hacer? ¿Obligarlos a seguir ese camino? Aunque lo pudiera hacer, no lo haría, porque sería quitarles la libertad, y eso iba contra mis principios anarquistas. ¿Ayudarlos? Tampoco podía ser, por la misma razón. Yo nunca ayudé, ni ayudo, a nadie, porque eso, eso de disminuir la libertad ajena, va también contra mis principios. Lo que ud. me está censurando es el que yo no sea más que una sola persona. ¿Por qué me censura el cumplimiento de mi deber de liberar, hasta donde pueda cumplirlo? ¿Por qué no los censura antes a ellos por no haber cumplido el de ellos?

—Pues sí, hombre. Pero esos hombres no hicieron lo que hizo ud., naturalmente, porque eran menos inteligentes que ud., o menos fuertes de voluntad, o…

—Ah, mi amigo: ésas son ya las desigualdades naturales y no las sociales… Son ésas con las que el anarquismo no tiene nada que ver. El grado de inteligencia o de voluntad de un individuo es entre él y la Naturaleza; las mismas ficciones sociales no tienen allí ninguna responsabilidad. Hay cualidades naturales, como ya le dije, que se puede presumir que sean pervertidas por la larga permanencia de la humanidad entre ficciones sociales; pero la perversión no está en el grado de la cualidad, que es absolutamente dado por la Naturaleza, sino en la aplicación de la cualidad. Pero una cuestión de estupidez o de falta de voluntad no tiene que ver con la aplicación de esas cualidades, sino sólo con el grado de ellas. Por eso le digo: ésas son ya absolutamente las desigualdades naturales, y sobre ésas nadie tiene ningún poder, ni hay modificación social que las modifique, como no puede volverme a mí alto o a ud. bajo…

»A no ser… A no ser que, en el caso de esos hombres, la perversión hereditaria de las cualidades naturales llega tan lejos que alcanza el mismo fondo del temperamento… Sí, que un tipo nazca para esclavo, nazca naturalmente esclavo, y por lo tanto incapaz de algún esfuerzo en el sentido de liberarse… Pero en ese caso…, en ese caso…, ¿que tiene él que ver con la sociedad libre o con la libertad?… Si un hombre nació para esclavo, la libertad, siendo contraria a su índole, será para él una tiranía. Hubo una pequeña pausa. De repente me eché a reír.

—Realmente —dije yo— ud. es anarquista. En todo caso, da ganas de reír, incluso después de haberlo oído, comparar lo que ud. es con lo que son los anarquistas que andan por ahí…

—Mi amigo, yo ya se lo dije, ya se lo demostré, y ahora se lo repito… La diferencia es sólo ésta: ellos son anarquistas sólo teóricos, yo soy teórico y práctico; ellos son anarquistas místicos y yo, científico; ellos son anarquistas que se agachan, yo soy un anarquista que combate y libera… En una palabra: ellos son pseudoanarquistas y yo soy anarquista.

Y nos levantamos de la mesa.

Lisboa, enero de 1922.

Apéndices

1. Fragmento escrito en inglés

(Transcrito del original, sin correcciones)

[272D-15 y dorso]

[Mixto]

We had finished dining. In front of me my friend, the banker, great merchant and remarkable profiteer, was smoking in an unthinking way. Conversación, which had been dying away, lay now dead between us. I tried to cali itback to life, in a chance manner, availing myself of an idea that has crossed my meditation. I turned, smiling, to him.

—Look here: they told me a few days ago that you were once an anarchist.

—Once isn't right. I haven't changed in that respect. I am an anarchist.

—Good heavens! You an anarchist! How can you be an anarchist? Unless you give the word some meaning which is quite different.

—From the common one? No, I don't. I use the word in the usual sense.

—Do you mean to say then that you are anarchist in exactly the same sense as these trade unión chaps are anarchists? So there's no difference between you and these bomb or strike beggars?

—Oh, no 1: there isa. difference.