Oliver, párroco de la iglesia parisina de esta advocación, dedicada tradicionalmente a la formación de seminaristas. (N. del T.) <<
[7] La pastorcilla a quien se apareció la Virgen en la montaña de La Salette el 19 de septiembre de 1846 (ver nota de pág. 27). (N. del T.) <<
[8] Visionaria alemana (1774-1824). Monja agustina del convento de Dulmen. Es fama que durante sus éxtasis se le abrían las cicatrices que tenía en el cuerpo y que de ellas manaba sangre. (N. del T.) <<
[9] Esto es, Ana Catalina Emmerich. (N. del T.) <<
[10] Le Feu, célebre novela antibelicista del escritor francés Henri Barbusse (1873-1935), aparecida en 1916, un año antes de la fecha de composición de En tinieblas. (N. del T.) <<
[11] L’Assommoir, novela del escritor francés Émile Zola (18401902) que, como bien registra Bloy, conoció un inmenso éxito tras su aparición en enero de 1877. (N. del T.) <<
[12] Charles Maurice de Talleyrand-Périgord, príncipe de Bénévent, hombre de Estado francés (1754-1838). Tras abandonar, coincidiendo con la Revolución Francesa, la dignidad de obispo, sirvió sucesivamente a Napoleón I, con el que terminó malquistado, a Luis XVIII y a Luis Felipe de Orleáns. Ha pasado a la historia como ejemplo eminente de político taimado, ladino y desleal, ducho en traiciones e intrigas. (N. del T.) <<
[13] Jan Van Rusbrock o Ruusbroec el Admirable o, como se le conoce en la literatura piadosa española, el Divino Rusbroquio.
Beato flamenco nacido en 1293 en Ruusbroec, localidad próxima a Bruselas, y muerto en 1381 en loor de santidad. Tras ejercer durante muchos años como coadjutor de la iglesia bruselense de Santa Gúdula, funda la comunidad de Groenendaal de religiosos de vida retirada o en soledad, de la que fue prior. Autor de numerosas obras de subido misticismo (Bodas del alma, El libro de la más alta verdad, El espejo de la salvación divina, etc.), su producción ejerció un enorme influjo sobre la literatura espiritual europea, incluida la española, de los siglos siguientes. Bajo el título de Obras puede encontrase en español una edición de sus escritos mayores, a cargo de Teodoro H. Martín (Universidad Pontificia de Salamanca/Fundación Universitaria Española, Madrid, 1985). (N. del T.) <<
[14] Jacobo (o Santiago) de la Vorágine, en su célebre Leyenda dorada, nos ofrece sobre el ciego de nacimiento información adicional a la contenida en el capítulo IX del Evangelio de san Juan. En efecto, en la hagiografía que dedica a santa María Magdalena anota que «Estos obligaron a subir a… san Cedonio el ciego de nacimiento curado de su ceguera por Cristo y a otros muchos cristianos; condujeron la nave hasta alta mar y allí la dejaron abandonada, sin remos, sin velas y sin nada cuanto pudiera servir para ayudar a la navegación, con la pérfida idea de que el navío naufragara y sus pasajeros murieran ahogados; pero Dios se encargó de conducir milagrosamente sobre las aguas del mar a los expedicionarios, haciendo que la maltrecha embarcación arribara a las costas de Marsella, en cuyo puerto desembarcaron sus pasajeros». Se cita por la edición de La leyenda dorada, a cargo de Fray José Manuel Macías, vol. 1, página 384, publicada por Alianza Editorial, Madrid, 1996. (N.
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