Pero, hijo mío… ¿quieres?…
NIÑO. (Enérgico.) Cállate y habla en voz baja, ¿no ves que se espanta si no? ¡Ay! ¡Dame tu pañuelo!
ZAPATERA. (Intrigada ya en la caza.) Tómalo.
NIÑO. ¡Chis…! No pises fuerte.
ZAPATERA. Lograrás que se escape.
NIÑO. (En voz baja y como encantando a la mariposa, canta.)
Mariposa del aire,
qué hermosa eres,
mariposa del aire
dorada y verde.
Luz de candil,
mariposa del aire,
¡quédate ahí, ahí, ahí!
No te quieres parar,
pararte no quieres.
Mariposa del aire
dorada y verde.
Luz de candil,
mariposa del aire,
¡quédate ahí, ahí, ahí!
¡Quédate ahí!
Mariposa, ¿estás ahí?
ZAPATERA. (En broma.) Síííí.
NIÑO. No, eso no vale. (La mariposa vuela.)
ZAPATERA. ¡Ahora! ¡Ahora!
NIÑO. (Corriendo alegremente con el pañuelo.) ¿No te quieres parar? ¿No quieres dejar de volar?
ZAPATERA. (Corriendo también por otro lado.) ¡Que se escapa, que se escapa! (El Niño sale corriendo por la puerta persiguiendo a la mariposa.)
ZAPATERA. (Enérgica.) ¿Dónde vas?
NIÑO. (Suspenso.) ¡Es verdad! (Rápido.) ¡Pero yo no tengo la culpa!
ZAPATERA. ¡Vamos! ¿Quieres decirme lo que pasa? ¡Pronto!
NIÑO. ¡Ay! Pues, mira… tu marido, el zapatero, se ha ido para no volver más.
ZAPATERA. (Aterrada.) ¿Cómo?
NIÑO. Sí, sí, eso ha dicho en casa antes de montarse en la diligencia, que lo he visto yo… y nos encargó que te lo dijéramos y ya lo sabe todo el pueblo…
ZAPATERA. (Sentándose desplomada.) ¡No es posible, esto no es posible! ¡Yo no lo creo!
NIÑO. ¡Sí que es verdad, no me regañes!
ZAPATERA. (Levantándose hecha una furia y dando fuertes pisotadas en el suelo.) ¿Y me da este pago? ¿Y me da este pago? (El Niño se refugia detrás de la mesa.)
NIÑO. ¡Que se caen las horquillas!
ZAPATERA. ¿Qué va a ser de mí sola en esta vida? ¡Ay, ay, ay!
(El Niño sale corriendo. La ventana y las puertas están llenas de vecinos.) Sí, sí, venid a verme, cascantes, comadricas, por vuestra culpa ha sido…
ALCALDE. Mira, ya te estás callando. Si tu marido te ha dejado ha sido porque no lo querías, porque no podía ser.
ZAPATERA. ¿Pero lo van a saber ustedes mejor que yo? Sí, lo quería, vaya si lo quería, que pretendientes buenos y muy riquísimos he tenido y no les he dado el sí jamás. ¡Ay, pobrecito mío, qué cosas te habrán contado!
SACRISTANA. (Entrando.) Mujer, repórtate.
ZAPATERA. No me resigno.
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