Por eso, un anhelo así no cesa de ser difícil, pero, por lo mismo, tampoco dejará de crecer.

Y si algo más debo decirle es esto: no crea usted que el que intenta consolarle vive sin esfuerzo bajo las sosegadas y sencillas palabras que a usted a veces le hacen bien. La vida de quien las escribe tiene fatigas y tristezas y queda mucho más rezagada que la suya. Pero, de no ser así, no habría podido encontrar estas palabras.

Su

Rainer Maria Rilke

Carta Número 9

Furuborg, Jonsered, en Suecia

4 de noviembre de 1904

Mi querido señor Kappus:

Todo este tiempo en que usted no ha recibido ninguna carta mía, he estado de viaje o tan ocupado que no le he podido escribir. Incluso hoy me resulta difícil hacerlo, porque he tenido que redactar muchas cartas y mi mano está cansada. Si pudiera dictar, le diría muchas cosas, pero como no es así, tome, se lo ruego, estas pocas palabras como si fueran una larga carta.

Suelo pensar en usted, querido señor Kappus, con tan concentrados deseos que, de alguna forma, estoy convencido de que, así, le puedo ayudar. En cambio, que mis cartas, en verdad, puedan servirle de ayuda… lo dudo muchas veces. No me diga: «sí, me ayudan». Tómelas con sencillez y sin excesivo agradecimiento y esperemos lo que quiera venir.

Quizá no sea provechoso que ahora trate con pormenor sus palabras, pues ¿qué le podría decir sobre su tendencia a la duda o sobre su incapacidad para armonizar la vida interior con la exterior?, ¿o también acerca de todo lo que le oprime, que no le haya dicho ya? Deseo que encuentre la paciencia suficiente para soportar y la simplicidad necesaria para creer a fin de adquirir más confianza en lo que es difícil y en la soledad que de pronto le rodea por sorpresa en medio de la gente.

Por lo demás, deje que la vida vaya sucediendo y traiga lo que tenga que traer. Créame, la vida siempre, siempre tiene razón.

En cuanto a los sentimientos: son auténticos los que le concentran y elevan; impuro es el sentimiento que le agarra por una parte de su ser y así lo desfigura. Todo lo que usted pueda meditar acerca de su infancia, es bueno. Todo lo que le hace ser más de lo que era hasta ahora en sus mejores momentos, es acertado. Cada incremento es bueno si está en toda su sangre, si no es ebriedad o turbulencia, sino alegría que deja ver el fondo. ¿Comprende usted lo que le quiero decir?

Respecto a la duda: puede convertírsele en una buena cualidad si la educa. La duda ha de llegar a ser sabia, ha de convertirse en crítica. Pregúntele, siempre que quiera echarle algo a perder, pregúntele porqué es fea aquella cosa; pídale pruebas, sométala a examen y quizá la encuentre perpleja y desconcertada, quizá también irritada. Pero usted no ceda, exija argumentos.

Compórtese atenta y consecuentemente en todas las ocasiones; y llegará el día en que el destructor se convertirá en uno de sus mejores trabajadores, tal vez en el más inteligente de todos los que le edifican la vida.

Esto es lo que deseaba decirle hoy, querido señor Kappus. Al mismo tiempo le mando la copia impresa de un poema corto, que ahora ha sido publicado en el Deutschen Arbeit de Praga. Allí sigo hablándole de la vida y de la muerte, ambas, a la vez, grandes y maravillosas.

Suyo

Rainer Maria Rilke

Carta Número 10

París, día siguiente de Navidad, 1908

Usted ha de saber, querido señor Kappus, cuánto me alegró su hermosa carta. Las noticias que me daba, muy reales y precisas, me parecen buenas y cuanto más las medito más las percibo como objetivamente auténticas. En realidad, quería escribirle esto la víspera de Navidad. Pero a causa del ininterrumpido y múltiple trabajo en que vivo este invierno, la antigua fiesta transcurrió tan deprisa que apenas he tenido tiempo de realizar las tareas más urgentes y mucho menos para escribir.

Pero he pensado con frecuencia en usted estos días y me he imaginado qué tranquilo debe de sentirse en su solitario fortín en medio de desiertas montañas sobre las que se precipitan los grandes vientos del sur como si quisieran engullirlas a grandes bocados.

El silencio que acoge tales sonidos y movimientos debe de ser inmenso y si a todo esto se añade la lejana presencia del mar, que resuena en todo, tal vez, como el tono más íntimo de esta armonía más vieja que la historia, sólo le puedo desear que, lleno de confianza y de paciencia, deje obrar en usted esta grandiosa soledad que jamás se borrará de su vida y que, en todo lo que está a punto de vivir y de hacer, actuará como un influjo anónimo, constante, decisivo e imperceptible, de la misma forma, que, incansable, fluye en nosotros la sangre de nuestros antepasados, combinándose con lo que es nuestro para formar en cada recodo de nuestras vidas esa cualidad única e irrepetible que nos constituye.

Sí, me alegra que tenga esta existencia sólida y descriptible, ese grado, ese uniforme, ese servicio, todo eso tangible y limitado, que, en un entorno semejante, en medio de una tropa tan aislada como poco numerosa, adopta un aire de gravedad y necesidad, permite y crea, más allá de los pasatiempos y ocios de la profesión militar, una aplicación atenta y una atención independiente. Al fin y al cabo, lo único que necesitamos es encontrarnos en circunstancias que actúen sobre nosotros y que, de vez en cuando, nos coloquen ante inmensas manifestaciones naturales.

También el arte es sólo una manera de vivir y puede uno prepararse para él viviendo en la circunstancia que sea y sin darse cuenta. En todo lo real estamos más cerca del arte que en los oficios semiartísticos e irreales que, dándonos la ilusión de su proximidad, de hecho niegan su existencia y lo dañan, como sucede con todo el periodismo, con casi toda la crítica y con las tres cuartas partes de aquello que se llama o dice llamarse literatura. En una palabra, me alegra que haya superado ese peligro y se halle solo y animoso en una ruda realidad. Deseo que el año que está a punto de empezar le conserve y le afirme en ella. Siempre suyo,

Rainer Maria Rilke

RAINER MARIA RILKE. Praga (República Checa), 1875 - Val-Mont (Suiza), 1926. Poeta y novelista austro-germánico, considerado como uno de los más importantes e influyentes poetas modernos a causa de su preciso estilo lírico, sus simbólicas imágenes y sus reflexiones espirituales.

Nació en Praga el 4 de diciembre de 1875, entonces parte del Imperio Austrohúngaro. Después de una infancia solitaria y llena de conflictos emocionales, estudió en las universidades de Praga, Múnich y Berlín. Sus primeras obras publicadas fueron poemas de amor, titulados Vida y canciones (1894).

En 1897, Rilke conoció a Lou Andreas-Salomé, la hija de un general ruso, y dos años después viajaba con ella a su país natal.