Del mismo modo y con la misma maniobra, Bonaparte, formaba el 2 de diciembre de 1852 la mayoría de la Asamblea Nacional Legislativa.

La Constituyente había acordado en agosto no disolverse hasta después de elaborar y promulgar toda una serie de leyes orgánicas complementarias de la Constitución. El partido del orden le propuso el 6 de enero de 1849, por medio del diputado Rateau, no tocar las leyes orgánicas y acordar más bien su propia disolución. No sólo el ministerio, con el señor Odilon Barrot a la cabeza, sino todos los diputados realistas de la Asamblea Nacional le hicieron saber en este momento, en tono imperativo, que su disolución era necesaria para restablecer el crédito, para consolidar el orden, para poner fin a aquella indefinida situación profesional y crear un estado de cosas definitivo; se le dijo que entorpecía la actividad del nuevo Gobierno y sólo procuraba alargar su vida por rencor, que el país estaba cansado de ella. Bonaparte tomó nota de todas estas invectivas contra el poder legislativo, se las aprendió de memoria y, el 2 de diciembre de 1851, demostró a los lealistas parlamentarios que había aprovechado sus lecciones. Repitió contra ellos su propios tópicos.

El ministerio Barrot y el partido del orden fueron más allá. Hicieron que de toda Francia se dirigiesen solicitudes a la Asamblea Nacionalpidiendo a ésta muy amablemente que se retirase. De este modo, lanzaron a la batalla contra la Asamblea Nacional, expresión constitucionalmente organizada del pueblo, sus masas no organizadas. Enseñaron a Bonaparte a apelar ante el pueblo contra las asambleas parlamentarias. Por fin, el 29 de enero de 1849 llegó el día en que la Constituyente había de resolver el problema de su propia disolución. La Asamblea Nacional se encontró con el edificio en que se celebraban sus sesiones ocupado militarmente; Changarnier, el general del partido del orden, en cuyas manos se concentraba el mando supremo sobre la Guardia Nacional y las tropas de línea, celebró en París una gran revista de tropas, como en vísperas de una batalla, y los colegiados declararon conminatoriamente a la Constituyente, que si no se mostraba sumisa, se emplearía la fuerza. Se mostró sumisa y regateó únicamente un plazo brevísimo de vida. ¿Qué fue el 29 de enero sino el coup d'état[42] del 2 de diciembre de 1851, sólo que ejecutado por los realistas juntamente con Bonaparte contra la Asamblea Nacional republicana? Esos señores no advirtieron o no quisieron advertir que Bonaparte se valió del 29 de enero de 1849 para hacer que desfilase ante él, por las Tullerías, una parte de las tropas y se agarró ávidamente a esta primera demostración pública del poder militar contra el poder parlamentario, para hacer alusión a Calígula[43]. Claro está que ellos no veían más que a su Changarnier.

El motivo que llevó especialmente al partido del orden a acortar violentamente la vida de la Constituyente fueron las leyes orgánicas complementarias de la Constitución, como la ley de enseñanza, la ley de cultos, etc. A los realistas coligados les interesaba en extremo hacer ellos mismos estas leyes y no dejar que las hiciesen los republicanos ya recelosos. Entre esas leyes orgánicas figuraba también, sin embargo, una ley sobre la responsabilidad del presidente de la república. En 1851, la Asamblea Legislativa se ocupaba precisamente de la redacción de esta ley, cuando Bonaparte paró este coup[44] con el golpe del 2 de diciembre. ¡Qué no hubieran dado los realistas coligados, en su campaña parlamentaria del invierno de 1851, por haberse encontrado ya hecha la ley sobre la responsabilidad presidencial! ¡Y hecha, además, por una Asamblea desconfiada, rencorosa, republicana!

Después de que la misma Constituyente había roto el 29 de enero de 1849 su última arma, el ministerio Barrot y los amigos del orden la acosaron a muerte, no dejaron por hacer nada que pudiera humillarla y arrancaron a su debilidad y a su falta de confianza en sí misma leyes que le costaron el último residuo de respeto de que aún gozaba entre el público. Bonaparte, con su idea fija napoleónica, fue los suficientemente audaz para explotar públicamente esta degradación del poder parlamentario. En efecto, cuando el 8 de mayo de 1849 la Asamblea Nacional da un voto de censura al Gobierno pro la ocupación de Civitavecchia[45] por Oudinot y ordena que se reduzca la expedición romana a su supuesta finalidad, Bonaparte publica en el Moniteur[46], en la tarde del mismo día, una carta a Oudinot en la que le felicita por sus heroicas hazañas, y se presenta ya, por oposición a los escritorcillos parlamentarios, como el generoso protector del ejército. Los realistas, al ver esto, se sonrieron, creyendo sencillamente que habían logrado embaucarle. Por fin, cuando Marrast, presidente de la Constituyente, creyó en peligro por un momento la seguridad de la Asamblea Nacional y, apoyándose en la Constitución, requirió a un coronel con su regimiento, el coronel se negó a obedecer, invocó la disciplina y remitió Marrast a Changarnier, quien le despidió sardónicamente diciéndole que no le gustaban las baïonettes intelligentes[47]. En noviembre de 1851, cuando los realistas coligados quisieron comenzar la lucha decisiva contra Bonaparte, intentaron, con su célebre proyecto de ley sobre los cuestores[48], lograr que se adoptar el principio de la requisición directa de las tropas por el presidente de la Asamblea Nacional. Uno de sus generales, Le Flô, había suscrito el proyecto de ley. Fue inútil que Changarnier votase en favor de la propuesta y que Thiers rindiese homenaje a la circunspecta sabiduría de la antigua Constituyente. El ministro de la Guerra, St. Arnaud, le contestó como Changarnier había contestado a Marrast, ¡y entre los gritos de aplausos de la Montaña!

Así fue cómo el mismo partido del orden, cuando todavía no era una Asamblea Nacional, cuando sólo era ministerio, estigmatizó el régimen parlamentario. ¡Y pone el grito en el cielo, cuando, el 2 de diciembre de 1851, este régimen es desterrado de Francia!

¡Le deseamos feliz viaje!

Capítulo III

El 28 de mayo de 1849 se reunió al Asamblea Nacional Legislativa. El 2 de diciembre de 1851 fue disuelta por la fuerza. Este período abarca la vida de la república constitucional o parlamentaria.

En la primera revolución francesa, a la dominación de los constitucionales le sigue la dominación de los girondinos, y a la dominación de los girondinos, la de los jacobinos[49]. Cada uno de estos partidos se apoya en el que se halla delante.