El abánico de Lady Windermere
PERSONAJES DE LA OBRA
LORD WINDERMERE.
LORD DARLINGTON.
MÍSTER DUMBY.
MÍSTER GRAHAM.
MÍSTER HOPPER.
PARKER, mayordomo.
LADY WINDERMERE.
MISTRESS ERLYNNE.
LA DUQUESA DE BERWICK.
LADY AGATRA CARLISLE.
LADY PLYMDALE.
LADY STUTFIELD.
LADY JEDBURGH.
MISTRESS COPER- COWPER.
ROSALIA, doncella.
Acto I.- Gabinete en casa de lord Windermere.
Acto II.- Salón en casa de lord Windermere.
Acto III.- Salita en casa de lord Darlington.
Acto IV.- La del acto primero.
Lugar de la acción: Londres. Época actual.
La acción de la obra tiene lugar dentro de las veinticuatro horas, comenzando un jueves, a las cinco de la tarde, y concluyendo al día siguiente, a la una y media de la tarde.
ACTO PRIMERO
Gabinete en casa de lord Windermere. Puertas al fondo y a la derecha. Bureau cargado de libros y papeles a la derecha. Sofá y la mesita de té a la izquierda. Puerta acristalada que conduce a la terraza, a la izquierda. Mesa a la derecha. Lady Windermere junto a la mesa de la derecha, arreglando unas rosas en un jarrón azul (Entra PARKER.)
PARKER.- ¿Está en casa la señora esta tarde?
LADY WINDERMERE.- Sí... ¿Ha venido alguien?
PARKER.- Lord Darlington.
LADY WINDERMERE.- (Después de un instante de vacilación.)
Que suba..., y estoy en casa para todo el mundo.
PARKER.- (Se inclina y sale por el fondo.) Prefiero verle antes de la noche. Me alegro que venido.
(Entra PARKER por el fondo.)
PARKER.- Lord Darlington.
(Entra LORD DARLINGTON. Sale PARKER).
LORD DARLINGTON.- ¿Cómo está usted, lady Windermere?
LADY WINDERMERE.- ¿Cómo está usted, lord Darlington? No, no puedo darle la mano. Las tengo todas mojadas, de arreglar estas rosas.
¿Verdad que son preciosas? Me han llegado de Selby esta mañana.
LORD DARLINGTON.- ¡Admirables! (Viendo el abanico sobre la mesa.) Y ¡qué maravilloso abanico! ¿Me permite usted que lo vea?
LADY WINDERMERE.- Véalo usted. ¿Es bonito, verdad? Y tiene pintado mi nombre. Acabo de recibirlo. Es el regalo de mi marido.
¿No sabe usted que hoy es mi cumpleaños?
LORD DARLINGTON.- ¿Sí? ¿De veras?
LADY WINDERMERE.- Sí, hoy entro en mi mayor edad. Día importantísimo en mi vida, ¿eh? Por eso esta noche doy un baile. Pero siéntese usted. (Continúa arreglando las flores.)
LORD DARLINGTON.- (Sentándose.) Siento no haber sabido que era su cumpleaños, lady Windermere. Habría alfombrado de flores su calle, para que usted las pisara. ¿Qué más hubieran podido desear ellas? (Pausa breve.)
LADY WINDERMERE.- La otra noche, en el baile del Ministerio de Estado, estuvo usted un tanto inconveniente, lord Darlington. Y lamentaría volviese usted a las andadas.
LORD DARLINGTON.- ¿Que estuve inconveniente, lady Windermere? ¿Pues qué hice?
(Entra PARKER, seguido de un criado, por el fondo, con una mesita y un servicio de té.)
LADY WINDERMERE. - Póngalo usted ahí, Parker. Está bien.
(Sécase las manos con su pañuelo, se dirige hacia la mesita del té, a la izquierda, y se sienta.) ¿Quiere usted acercarse, lord Darlington?
(Salen PARKER y el criado por el fondo.)
LORD DARLINGTON.- (Coge una silla y se acerca.) Me tiene usted con el alma en un hilo, lady Windermere. Hasta que me explique usted qué es lo que hice, no podré tranquilizarme. (Se sienta a la me- sita.)
LADY WINDERMERE.- ¿Y me lo pregunta usted? Pues, estarme diciendo cumplidos toda la noche.
LORD DARLINGTON.- (Sonriendo.) ¿Y eso es estar inconveniente?
LADY WINDERMERE.- No, no se sonría usted. Le estoy hablando muy en serio. No me gustan, ni poco ni mucho, los cumplidos, y me parece absurdo que haya quien se figure halagar extraordinariamente a una mujer por el mero hecho de decirla un sinfín de cosas de las que él mismo no cree una palabra.
LORD DARLINGTON.- ¡Ah! Pero es que yo las creo todas.
(Tomando la taza de té que ella le tiende.)
LADY WINDERMERE.- (Gravemente.) Espero que no. Sentiría tener que regañar con usted, lord Darlington. Ya sabe usted que le tengo una sincera simpatía. Pero se la perdería en absoluto si me con- venciese de que es usted como la mayoría de los hombres.
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