Apenas me aconteció tener una inteligencia naturalmente lúcida y una voluntad un tanto más fuerte. Pero ésos eran dones naturales, que mi bajo nacimiento no me podía quitar.

»Fui obrero, trabajé, viví una vida ajustada; fui, en resumen, lo que la mayoría de la gente es en aquel medio. No digo que absolutamente pasase hambre, pero anduve cerca. Por otra parte, podía haberla pasado, que eso no hubiera alterado nada de lo que sucedió o de lo que voy a exponerle, ni de lo que fue mi vida ni de lo que ella es ahora.

»Fui un obrero común, en suma; como todos, trabajaba porque tenía que trabajar, y trabajaba lo menos posible. Lo que yo era, era inteligente. Siempre que podía, leía cosas, discutía cosas y, como no era loco, nació en mí una gran insatisfacción y una gran rebelión contra mi destino y contra las condiciones sociales que lo hacían así. Ya le dije que, hablando claro, mi destino podía haber sido peor de lo que era; pero en aquel entonces me parecía que yo era un ente a quien la Suerte había hecho todas las injusticias juntas, y que se había servido de las convenciones sociales para hacérmelas. Esto era así allá por mis veinte años, veintiuno a lo sumo, que fue cuando me volví anarquista.

Se detuvo un momento. Se volvió un poco más hacia mí. Continuó, inclinándose todavía más.

—Fui siempre más o menos lúcido. Me sentí sublevado. Quise entender mi rebelión. Me volví anarquista consciente y convicto: el anarquista consciente y convicto que ahora soy.

—¿Y la teoría que ud. tiene hoy es la misma que tenía en ese entonces?

—La misma. La teoría anarquista, la verdadera teoría, es una sola. Tengo la que siempre tuve, desde que me volví anarquista. Ud. ya va a ver… Le iba diciendo que, como era lúcido por naturaleza, me volví anarquista consciente. ¿Pero qué es un anarquista? Es un sublevado contra la injusticia de que nazcamos desiguales socialmente; en el fondo es sólo eso. Y de ahí resulta, como es evidente, la rebelión contra las convenciones sociales que volvieron esa desigualdad posible. Lo que le estoy indicando ahora es el camino psicológico, esto es, cómo es que la gente se vuelve anarquista; ya vamos a la parte teórica del asunto. Por ahora, comprenda ud. bien cuál sería la rebelión de un tipo inteligente en mis circunstancias. ¿Qué es lo que ve por el mundo? Uno nace hijo de un millonario, protegido desde la cuna contra aquellos infortunios, y no son pocos, que el dinero puede evitar o atenuar; otro nace miserable, para ser, cuando niño, una boca más en una familia donde las bocas resultan de sobra para la comida que puede haber. Uno nace conde o marqués, y tiene por eso la consideración de todo el mundo, haga lo que haga; otro nace así, como yo, y tiene que andar derechito como una plomada para ser al menos tratado como gente. Unos nacen en tales condiciones que pueden estudiar, viajar, instruirse, volverse (puede decirse) más inteligentes que otros que naturalmente lo son más. Y así por ahí adelante, y en todo…

»Las injusticias de la Naturaleza, vaya, no las podemos evitar. Ahora las de la sociedad y de sus convenciones, ésas, ¿por qué no evitarlas? Acepto, no tengo incluso otro remedio, que un hombre sea superior a mí por lo que la Naturaleza le dio: el talento, la fuerza, la energía, no acepto que él sea mi superior por cualidades postizas, con las que no salió del vientre de su madre, sino que le ocurrieron por azar después que apareció por aquí: la riqueza, la posición social, la vida fácil, etcétera. Fue de la rebelión que le estoy pintando, por estas consideraciones, que nació mi anarquismo de entonces: el anarquismo que, ya le dije, mantengo hoy sin ninguna alteración.

Se detuvo otra vez un momento, como pensando la forma en que iba a proseguir. Aspiró y exhaló el humo lentamente, hacia el lado opuesto al mío.