Sonrió tristemente y dijo: ‘Estáis en mi corazón’. Desperté y oí el murmullo del arroyo y el rumor de los árboles en la noche.
84
Por los verdes y amarillos arrozales resbalan las sombras de las nubes de otoño, que el sol persigue con rapidez.
Las abejas se olvidan de libar la miel de las flores; ebrias de luz, zumban y revolotean enloquecidas.
En las islas del río los patos alborotan alegremente sin saber por qué.
Amigos míos, que nadie vuelva a casa esta mañana, que nadie vaya a trabajar.
Tomemos al asalto el cielo azul, apoderémonos del espacio como un botín.
La risa flotará en el aire como la espuma en el agua.
Amigos, pasemos la mañana cantando.
85
¿Quién eres tú, lector, que dentro de cien años leerás mis versos?
No puedo enviarte ni una flor de esta guirnalda de primavera, ni un solo rayo de oro de esa nube remota.
Abre tus puertas y mira a lo lejos.
En tu florido jardín recoge los perfumados recuerdos de las flores, hoy marchitas, de hace cien años.
Y te deseo que sientas, en la alegría de tu corazón, la viva alegría que floreció una mañana de primavera, cuya voz feliz canta a través de cien años.
Fin
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