A los dos conjuntamente os invisto con mi poder, supremacía y magnos atributos que rodean a la realeza. Yo me reservaré cien caballeros, que habréis de mantener, y residiré con vosotros por turno mensual. No conservaré más que el título y los honores de un monarca; el mando, rentas y ejercicio del poder, queridos hijos, vuestros son. Para confirmarlo, compartid entre los dos esta corona.
KENT
Regio Lear, a quien siempre honré como mi rey, quise como a un padre, seguí como señor, recordé como patrón en mis plegarias…
LEAR
El arco está tenso; esquiva la flecha.
KENT
Pues que se dispare, aunque la punta me traspase el corazón. Kent será irreverente si Lear está loco. ¿Qué pretendes, anciano? ¿Tú crees que el respeto teme hablar cuando el poder se pliega a la lisonja?
Si la realeza cae en la locura, el honor ha de ser franco. Conserva tu poder y, con mejor acuerdo, frena tu odioso arrebato. Respondo con mi vida de que tu hija menor no te ama menos y de que no están vacíos aquéllos cuya voz apagada no resuena en el vacío.
LEAR
¡Kent, por tu vida, basta!
KENT
Mi vida siempre tuve por apuesta en las partidas contra tus enemigos y no temo perderla por salvarte.
LEAR
¡Fuera de mi vista!
KENT
Mira bien, Lear, déjame que sea por siempre la guía de tus ojos.
LEAR
¡Por Apolo…!
KENT
Pues, por Apolo, rey, que invocas a tus dioses en vano.
LEAR
¡Miserable, descreído!
ALBANY y CORNWALL
¡Deteneos, señor!
KENT
Mata a tu médico y da la paga a la inmunda enfermedad. Anula tu regalo o, mientras pueda gritar esta garganta, te diré que eres injusto.
LEAR
¡Óyeme, traidor, por tu lealtad escúchame! Por intentar que falte a mi promesa, cual yo nunca osé, e interponerte con soberbia entre mi decisión y mi poder, que ni mi carácter ni mi condición pueden consentir, en prueba de mi potestad aquí tienes tu premio. Cinco días te concedo para que te proveas contra los males de este mundo y el sexto vuelvas tu odiada espalda a mis dominios. Si el séptimo día encuentran en mi reino tu cuerpo desterrado, será tu muerte. ¡Fuera! ¡Por Júpiter, que no habrá revocación!
KENT
Ya te dejo, rey, si ése es tu deseo; fuera hay libertad y aquí está el destierro.
[A CORDELIA]
Los dioses, muchacha, te otorguen su amparo, pues con tanto acierto piensas y has hablado.
[A GONERIL y REGAN]
Que vuestra elocuencia se pruebe en la acción, y puedan dar fruto palabras de amor.-- Príncipes, adiós. En nuevo lugar su viejo camino Kent proseguirá.
Sale.
¡Clarines. Entra [el Conde de] GLOSTER con [el REY DE] FRANCIA, [el DUQUE DE] BORGOÑA y acompañamiento. CORNWALL
Majestad, los príncipes de Francia y de Borgoña.
LEAR
Mi señor de Borgoña, me dirijo a vos primero, rival con este rey en la mano de mi hija. ¿Qué mínimo aceptáis en pago de su dote para no renunciar a vuestra petición?
DUQUE DE BORGOÑA
Excelsa Majestad, no pido más de lo que habéis ofrecido, ni vos queréis dar menos.
LEAR
Muy noble duque, cuando ella tenía mi cariño, cara fue su dote.
Mas ahora ha caído su precio. Ahí está: si algo de este ser tan insignificante o todo él, con mi disgusto añadido, y nada más, satisface a Vuestra Alteza, ahí la tenéis, es vuestra.
DUQUE DE BORGOÑA
No sé qué responder.
LEAR
Con todas sus flaquezas, sin amigos, adoptada por mi odio, con la dote de mi maldición y el rechazo de mi juramento,
¿la tomáis o la dejáis?
DUQUE DE BORGONA
Perdón, Majestad. En tales circunstancias no es posible decidir.
LEAR
Entonces dejadla, pues por los dioses que me hicieron, ésos son sus bienes. --,
Gran rey, de vuestro afecto no osaría desviarme para uniros con quien odio y os ruego que pongáis vuestro cariño en ser más digno que esta desgraciada a quien la naturaleza se avergüenza de reconocer por propia.
REY DE FRANCIA
Es extraodinario que quien sólo hace un momento era vuestro bien, objeto de vuestro elogio, bálsamo de vuestra vejez, la mejor y predilecta, en un instante incurra en tal atrocidad que quede despojada de toda vuestra gracia.
O ha cometido una ofensa tan atroz o vuestro afecto declarado caerá en falta. y creer eso de ella requiere tanta fe que sin milagro no lo admite la razón.
CORDELIA [a LEAR]
Suplico a Vuestra Majestad que, si es porque no tengo labia ni soltura para decir lo que no siento, pues lo que pretendo lo hago antes de hablar, hagáis saber que no es ninguna mancha, crimen o vileza, indecencia, ni acto ignominioso lo que me priva de vuestra gracia y favor, sino algo cuya falta me enriquece: mirada obsequiosa y una lengua que me alegra no tener, aun cuando no tenerla me haya costado vuestro afecto.
LEAR
Más te valdría no haber nacido, antes que haberme contrariado.
REY DE FRANCIA
¿Sólo es eso, un encogimiento que a veces no pennite demostrar lo que pretende? Mi señor de Borgoña, ¿tomáis a la dama? No es amor lo que se mezcla con cuestiones ajenas a su objeto. ¿La tomáis?
Ella misma es una dote.
DUQUE DE BORGOÑA
Majestad, dad la parte que vos mismo propusisteis y tomo a Cordelia por esposa y Duquesa de Borgoña.
LEAR
¡Nada! Lo he jurado y lo mantengo.
DUQUE DE BORGOÑA
Me apena que por perder a vuestro padre también perdáis un marido.
CORDELIA
Quede en paz el Duque de Borgoña. Si su amor es el rango y la fortuna, yo no seré su esposa.
REY DE FRANCIA
Hermosa Cordelia, tan rica por ser pobre, excelsa por rechazada, querida por desairada, te acojo con todas tus virtudes.
Si es lícito, me llevo lo que otros desechan. ¡Oh, dioses! ¡Qué extraño que tal desamor encienda en mi afecto tanta admiración!-- Tu hija sin dote, a mí abandonada, es, rey, nuestra reina de la bella Francia.-- La tibia Borgoña no ha dado hombre egregio que pueda comprarme esta joya sin precio.-- Por mal que te traten, di adiós, mi Cordelia. Ganarás con creces todo lo que pierdas.
LEAR
Ya la tienes, rey, pues tuya ahora es la que fue mi hija, y no volveré a verle la cara. --Vete sin que yo te dé mi cariño ni mi bendición.
Venid, Duque de Borgoña.
Clarines. Salen [todos menos el REY DE FRANCIA y las hermanas]. REY DE FRANCIA
Despídete de tus hermanas.
CORDELIA
Alhajas de mi padre, Cordelia os deja con ojos llorosos. Sé bien lo que sois, aunque, como hermana, no puedo llamar a vuestras faltas por su nombre. Quered a nuestro padre: lo encomiendo a vuestro amor declarado. Mas, ¡ay!, si gozase yo aún de su afecto, le depararía otro alojamiento.
Así que adiós a las dos.
REGAN
No nos dictes nuestra obligación.
GONERIL
Tú pon todo tu empeño en complacer a tu señor, que te acoge cual limosna de Fortuna.
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