¡Con qué entusiasmo los encontré nuevamente, surgiendo en trazos de fuego de las páginas del álbum! Mi mérito y mi descubrimiento son el de haber identificado al nombrado V. como un personaje muy sospechoso, conocido bajo otro nombre y en un distinto país. Pero, ¡chist!... Ni una palabra más por el momento. Nos basta con saber que la genealogía de Bianka está verificada sin ninguna duda posible[35].

XXXIII

He aquí para la historia. Pero la historia oficial no está completa. Hay en ella vacíos intencionados, largas pausas y silencios donde la primavera se instala inmediatamente. Con presteza ha llenado los blancos con las hojas que derrama sin contar; las absurdidades de los pájaros, sus controversias falsas y sus repeticiones obstinadas, sus preguntas ingenuas para las que no hay respuesta borran las pistas. Hay que tener mucha paciencia para encontrar el texto entre tanto enredo. A eso sólo nos puede llevar un análisis gramatical de la primavera, de sus frases y periodos. ¿Quién, qué? ¿A quién, a qué? Se trata de eliminar el guirigay confuso de los pájaros, sus adverbios y pronombres agudos, sus pronombres personales fáciles de espantar, para separar poco a poco el grano de la paja. El álbum de sellos me sirve aquí como una guía preciosa. ¡Estúpida, simplista primavera! Se instala en las cosas sin discernimiento, confundiendo el hechizo y la necedad, burlona, despreocupada, siempre indolente. ¿Será ella también un aliado de Francisco José I, formará también parte del complot? No hay que olvidar que la menor pizca de buen sentido que brota en esta primavera es inmediatamente ensordecida por el parloteo absurdo y estrafalario. Los pájaros borran las huellas, enmarañan los cálculos metiendo por todas partes una puntuación errónea. Es así como la verdad es rechazada por esa primavera exuberante que siembra flores y hojas sobre cada palmo de terreno, en el menor intersticio. La verdad expulsada, ¿dónde encontrará asilo si no es allí donde nadie la busca: en los almanaques y los calendarios populares, en los cantares de ciego cuyo texto desciende en línea directa del álbum de sellos?

XXXIV

Después de semanas soleadas, siguieron algunos días nubosos y cálidos. El cielo se oscureció como en los antiguos frescos, en un silencio sofocante las nubes se amontonaron: campo de batalla trágico de la escuela napolitana. Sobre el fondo de aquellos torbellinos cobaltados y plomizos, las casas brillaban con una blancura violenta, todavía resaltada por las sombras netas de las cornisas y pilastras. La gente caminaba con la cabeza baja, llena de una oscuridad interior que —como antes de una tormenta con sus descargas eléctricas— se abría paso en ella.

Bianka no viene ya al parque. Sin duda la vigilan, le impiden salir. Han olfateado el peligro.

Hoy he visto en la ciudad a un grupo de hombres, vestidos con levita negra y sombrero de copa, atravesando la plaza del mercado con un paso mesurado de diplomáticos. Las pecheras blancas de sus camisas brillaban en el aire azulado. Examinaban las casas como si calcularan su valor. Avanzaban lentamente. Sus caras estaban recién afeitadas, sus bigotes negros como el carbón, sus ojos brillantes y expresivos. En ocasiones se quitaban el sombrero para secar sus frentes perladas de sudor. Todos altos, delgados, de mediana edad, con semblantes curtidos de gánsters .

XXXV

Los días se hicieron oscuros, nublados y grises. La tormenta lejana pesa día y noche sobre el horizonte, sin romper en lluvia. En medio de un gran silencio, un soplo atraviesa a veces el aire de acero: olor de la lluvia, brisa húmeda.

Mas, enseguida, de nuevo enormes suspiros ascienden de los jardines donde los follajes se espesan todavía.