A un lado, un sello rojo con la mención: donación n.° 2693. El texto impreso es de 156 páginas. Las dos últimas están recopiladas con tinta. En el texto abundan las correcciones a lápiz, casi todas estrictamente tipográficas; unas cuantas proponen verdaderas mejoras estilísticas.

En la guarda está pegado un fragmento de prueba de imprenta, en el cual se descifra la siguiente nota manuscrita (las palabras entre corchetes han sido tachadas en el original): Puede suponerse que [el conde P.] [es Nodier q] que [el] es Nodier quien Klaproth quiso designar, en 1829, como la persona [en cuyas manos] encargada de rever, antes de que se imprimiera, el Manuscrito encontrado en Zaragoza y en cuyas manos ha quedado la copia del manuscrito. Y [no es acaso Nodier que con el consen…] es probable que [como detentor] teniendo en sus manos [un man…] el trabajo del conde Potocki, haya pensado en aprovecharlo de la mejor manera posible, literaria y financieramente hablando. Pero no es menos asombroso que se haya creído en el deber de guardar silencio cuando el escandaloso proceso que se le hizo al conde de Worchamps, quien [dos palabras tachadas: ilegibles] creyó posible publicar en el… el diar. La Presse en 1841-1842, al principio con el título de El valle funesto, después con el de la Historia de don Benito de Almusenar, pretendidos extractos de las Memorias inéditas de Cagliostro: éstos no eran sino la reproducción de Avadoro y de las Jornadas de la vida de Alfonso van Worden. [Era este] Ese Valle funesto era un robo manifiesto. Nodier que no murió hasta 1844 [que] habría podido instruir a la justicia a ese respecto y no dijo una palabra. [Hay cuatro palabras tachadas, ilegibles.]

El n.° 2693 corresponde a una donación hecha el 6 de agosto de 1889 por la señora Bourgeois, cuyo apellido de soltera es Barbier. En este caso, es harto probable que el acusador de Nodier sea Ant. Alex Barbier, autor del Diccionario de los anónimos, el cual atribuye precisamente a Potocki Avadoro y Van Worden. Pronunciarse sobre estas insinuaciones corresponderá a los biógrafos de Nodier. De todos modos, esas pocas líneas tienen la ventaja de permitirnos comprender el plagio de Washington Irving y el que éste haya podido ampararse en la autoridad, muy problemática, por lo demás, del famoso Cagliostro. En el diario La Presse, en 1841-1842, aquél encontró la reproducción que hizo Courchamps del relato de Potocki y que incluyó en su selección Wolfert's Roost de 1855. Quizá nunca supo, al proceder así, que había plagiado a un gran señor polaco muerto muchos años antes. Es lícito perdonar a Irving por una traducción que presenta como tal, aunque deje suponer a sus lectores que se ha valido de un artificio literario que tiene por objeto acreditar una ficción. La indulgencia se impone tanto más cuanto que él mismo ha sido víctima de un plagio idéntico. En efecto, uno de sus Cuentos del viajero (1824), Aventura de un estudiante alemán, fue traducido y adaptado de igual manera por Petrus Borel, en 1843, con el título de Gottfried Wolgang. Para colmo, también en este caso, el plagio ha sido confesado a medias, disimulado a medias, por una ingeniosa y equívoca presentación. Aquí terminan las vicisitudes del original francés. En 1847, Edmund Chojecki, basándose en un manuscrito autógrafo en la actualidad perdido, dio de la obra entera, en Lipsk-Leipzig, una versión polaca en seis volúmenes bajo el título de Rekopis Znaleziony w Saragossie. Su traducción fue reeditada varias veces (en 1857, 1863, 1917 y 1950). Por último, una edición crítica, debida a Leszek Kukulski, apareció en Varsovia en 1956. Casi de inmediato se descubrió en los archivos de la familia Potocki, en Krzeszowice, cerca de Cracovia, dos importantes fragmentos del texto primitivo francés: a) una copia intitulada Cuarto decamerón, revisada y corregida por el autor y que incluye las Jornadas 31 a 40; b) un borrador de las Jornadas 40 a 44 y fragmentos de las jornadas 19, 22, 23, 24, 25, 29, 33, 39 y 45.

El señor Kukulski, a cuya gentileza debo estas últimas precisiones, se esfuerza actualmente en reconstituir el texto francés integral del Manuscrito encontrado en Zaragoza. Ha utilizado las cinco fuentes pre citadas: 1) los dos volúmenes de San Petersburgo para las jornadas 1 a 12 y para una parte de la jornada 13; 2) Alfonso van Worden (1814) para la Jornada 14 y para la advertencia general que no aparece en la edición de San Petersburgo; 3) Avadoro (1813) para las Jornadas 15 a 18, 20, 26 a 29, 47 a 56; 4) la copia corregida de los archivos Potocki para las Jornadas 31 a 40; 5) el borrador de los mismos archivos para las Jornadas 19, 22 a 25, 29 y 41 a 45. Para el resto de la obra, es decir, para un poco menos de su quinta parte, habrá que retraducir al francés la versión polaca que hizo Edmund Chojecki en 1847. Le deseo un éxito rápido y completo. Los historiadores de la literatura francesa deben, en efecto, poder apreciar en su conjunto, sin tardanza, una obra cuyos fragmentos accesibles prueban desde ahora su importancia y calidad. Entretanto, tomo la iniciativa de reeditar la parte principal de las páginas publicadas en francés en vida del autor, reconocidas y ordenadas por él.