Quisiera olvidarla, mas, ay, la tengo grabada en la memoria

como el crimen en el alma del culpable.

«Tebaldo está muerto y Romeo, desterrado.»

Ese «desterrado», esa palabra

ha matado a diez mil Tebaldos. Su muerte

ya sería un gran dolor si ahí terminase.

Mas si este dolor quiere compañía

y ha de medirse con otros pesares,

¿por qué, cuando dijo «Tebaldo ha muerto», no añadió «tu padre», «tu madre», o los dos?

Mi luto hubiera sido natural.

Pero a esa muerte añadir por sorpresa

«Romeo, desterrado», pronunciar tal palabra es matar a todos, padre, madre, Tebaldo,

Romeo, Julieta, todos. «¡Romeo, desterrado!»

No hay fin, ni límite, linde o medida

para la muerte que da esa palabra, ni palabras que la expresen. Ama, ¿dónde están mis padres?

AMA

Llorando y penando sobre el cuerpo de Tebaldo.

¿Vas con ellos? Yo te llevo.

JULIETA

Cesará su llanto y seguirán fluyendo

mis lágrimas por la ausencia de Romeo.

Como yo, las pobres cuerdas se engañaron; recógelas: Romeo está desterrado.

Para subir a mi lecho erais la ruta,

mas yo, virgen, he de morir virgen viuda.

Venid, pues. Ven, ama. Voy al lecho nupcial, llévese la muerte mi virginidad.

AMA

Tú corre a tu cuarto. Te traeré a Romeo

para que te consuele. Sé bien dónde está.

Óyeme, esta noche tendrás a Romeo:

se esconde en la celda de su confesor.

JULIETA

¡Ah, búscale! Dale este anillo a mi dueño y dile que quiero su último adiós.

Salen.

III.iii Entra FRAY LORENZO.

FRAY LORENZO

Sal, Romeo, sal ya, temeroso.

La aflicción se ha prendado de ti

y tú te has casado con la desventura.

Entra ROMEO.

ROMEO

Padre, ¿qué noticias hay? ¿Qué decidió el Príncipe?

¿Qué nuevo infortunio me aguarda

que aún no conozca?

FRAY LORENZO

Hijo, harto bien conoces tales compañeros.

Te traigo la sentencia del Príncipe.

ROMEO

La sentencia, ¿dista mucho de la muerte?

FRAY LORENZO

La que ha pronunciado es más benigna:

no muerte del cuerpo, sino su destierro.

ROMEO

¿Cómo, destierro? Sed clemente, decid «muerte», que en la faz del destierro hay más terror, mucho más que en la muerte. ¡No digáis « destierro»!

FRAY LORENZO

Estás desterrado de Verona.

Ten paciencia: el mundo es ancho.

ROMEO

No hay mundo tras los muros de Verona,

sino purgatorio, tormento, el mismo infierno: destierro es para mí destierro del mundo, y eso es muerte; luego « destierro» es un falso nombre de la muerte. Llamarla «destierro»

es decapitarme con un hacha de oro

y sonreír ante el hachazo que me mata.

FRAY LORENZO

¡Ah, pecado mortal, cruel ingratitud!

La ley te condena a muerte, mas, en su clemencia, el Príncipe se ha apartado de la norma,

cambiando en «destierro» la negra palabra «muerte».

Eso es gran clemencia, y tú no lo ves.

ROMEO

Es tormento y no clemencia. El cielo está donde esté Julieta, y el gato, el perro,

el ratoncillo y el más mísero animal

aquí están en el cielo y pueden verla.

Romeo, no. Hay más valor, más distinción

y más cortesanía en las moscas

carroñeras que en Romeo: ellas pueden

posarse en la mano milagrosa de Julieta

y robar bendiciones de sus labios,

que por pudor virginal siempre están rojos pensando que pecan al juntarse.

Romeo, no: le han desterrado.

Las moscas pueden, mas yo debo alejarme.

Ellas son libres; yo estoy desterrado.

¿Y decís que el destierro no es la muerte?

¿No tenéis veneno, ni navaja,

ni medio de morir rápido, por vil que sea?

¿Sólo ese «destierro» que me mata? ¿Destierro?

Ah, padre, los réprobos dicen la palabra

entre alaridos. Y, siendo sacerdote,

confesor que perdona los pecados

y dice ser mi amigo, ¿tenéis corazón

para destrozarme hablando de destierro?

FRAY LORENZO

¡Ah, pobre loco! Deja que te explique.

ROMEO

Volveréis a hablarme de destierro.

FRAY LORENZO

Te daré una armadura contra él,

la filosofía, néctar de la adversidad,

que te consolará en to destierro.

ROMEO

¿Aún con el «destierro»? ¡Que cuelguen la filosofía!

Si no puede crear una Julieta,

mover una ciudad o revocar una sentencia, la filosofía es inútil, así que no habléis más.

FRAY LORENZO

Ya veo que los locos están sordos.

ROMEO

No puede ser menos si los sabios están ciegos.

FRAY LORENZO

Deja que te hable de tu situación.

ROMEO

No podéis hablar de lo que no sentís.

Si fuerais de mi edad, y Julieta vuestro amor, recién casado, asesino de Tebaldo,

enamorado y desterrado como yo,

podríais hablar, mesaros los cabellos

y tiraros al suelo como yo

a tomar la medida de mi tumba.

Llama a la puerta el AMA.

FRAY LORENZO

¡Levántate, llaman! ¡Romeo, escóndete!

ROMEO

No, a no ser que el aliento de mis míseros gemidos me oculte cual la niebla.

Llaman.

FRAY LORENZO

¡Oye cómo llaman!-¿Quién es?-¡Levántate,

Romeo, que te llevarán!-¡Un momento!-¡Arriba!

Llaman.

¡Corre a mi estudio!-¡Ya voy!-Santo Dios,

¿qué estupidez es esta?-¡Ya voy, ya voy!

Llaman.

¿Quién llama así? ¿De dónde venís? ¿Qué queréis?

AMA [dentro]

Dejadme pasar, que traigo un recado.

Vengo de parte de Julieta.

FRAY LORENZO

Entonces, bienvenida.

Entra el AMA.

AMA

Ah, padre venerable, decidme dónde está

el esposo de Julieta. ¿Dónde está Romeo?

FRAY LORENZO

Ahí, en el suelo, embriagado de lágrimas.

AMA

Ah, está en el mismo estado que Julieta,

el mismísimo. ¡Ah, concordia en el dolor!

¡Angustioso trance! Así yace ella,

llorando y gimiendo, gimiendo y llorando.

Levantaos, levantaos y sed hombre;

en pie, levantaos, por Julieta.

¿A qué vienen tantos ayes y gemidos?

ROMEO

¡Ama!

[Se pone en pie.]

AMA

¡Ah, señor! La muerte es el fin de todo.

ROMEO

¿Hablábas de Julieta? ¿Cómo está?

¿No me cree un frío asesino

que ha manchado la niñez de nuestra dicha con una sangre que es casi la suya?

¿Dónde está? ¿Y cómo está? ¿Y qué dice

mi secreta esposa de este amor invalidado?

AMA

No dice nada, señor: llora y llora,

se arroja a la cama, se levanta,

exclama «¡Tebaldo!», reprueba a Romeo

y vuelve a caer.

ROMEO

Como si mi nombre, por disparo

certero de cañón, la hubiese matado,

como ya mató a su primo el infame

que lleva ese nombre. Ah, padre, decidme,

¿qué parte vil de esta anatomía

alberga mi nombre? Decídmelo, que voy

a saquear morada tan odiosa.

Se dispone a apuñalarse, y el AMA le arrebata el puñal.

FRAY LORENZO

¡Detén esa mano imprudente!

¿Eres hombre? Tu aspecto lo proclama,

mas tu llanto es mujeril y tus locuras recuerdan la furia de una bestia irracional.

Impropia mujer bajo forma de hombre,

impropio animal bajo forma de ambos.

Me asombras. Por mi santa orden,

te creía de temple equilibrado.

¿Mataste a Tebaldo y quieres matarte

y matar a tu esposa, cuya vida es la tuya, causándote la eterna perdición?

¿Por qué vituperas tu cuna, el cielo y la tierra si de un golpe podrías perder

cuna, cielo y tierra, en ti concertados?

Deshonras tu cuerpo, tu amor y tu juicio

y, como el usurero, abundas en todo

y no haces buen uso de nada

que adorne tu cuerpo, tu amor y tu juicio.

Tu noble figura es efigie de cera

y carece de hombría; el amor

que has jurado es pura falacia

y mata a la amada que dijiste adorar;

tu juicio, adorno de cuerpo y amor,

yerra en la conducta que les marcas

y, como pólvora en soldado bisoño,

se inflama por to propia ignorancia

y tu despedaza, cuando debe defenderte.

Vamos, ten valor. Tu Julieta vive

y por ella ibas a matarte:

ahí tienes suerte. Tebaldo te habría matado, mas tú le mataste: ahí tienes suerte.

La ley que ordena la muerte se vuelve tu amiga y decide el destierro: ahí tienes suerte.

Sobre ti desciende un sinfín de bendiciones, te ronda la dicha con sus mejores galas,

y tú, igual que una moza tosca y desabrida, pones mala cara a tu amor y tu suerte.

Cuidado, que esa gente muere desdichada.

Vete con tu amada, como está acordado.

Sube a su aposento y confórtala.

Pero antes que monten la guardia, márchate, pues, si no, no podrás salir para Mantua, donde vivirás hasta el momento propicio

para proclamar tu enlace, unir a vuestras familias, pedir el indulto del Príncipe y regresar

con cien mil veces más alegría

que cuando partiste desolado.

Adelántate, ama, encomiéndame a Julieta,

y que anime a la gente a acostarse temprano; el dolor les habrá predispuesto.

Ahora va Romeo.

AMA

¡Dios bendito! Me quedaría toda la noche

oyéndoos hablar. ¡Lo que hace el saber!-

Señor, le diré a Julieta que venís.

ROMEO

Díselo, y dile que se apreste a reprenderme.

El AMA se dispone a salir, pero vuelve.

AMA

Tomad este anillo que me dio para vos.

Vamos, deprisa, que se hace tarde.

ROMEO

Esto reaviva mi dicha.

Sale el AMA.

FRAY LORENZO

Vete, buenas noches, y ten presente esto: o te vas antes que monten la guardia

o sales disfrazado al amanecer.

Permanece en Mantua. Buscaré a tu criado

y de cuando en cuando él te informará

de las buenas noticias de Verona.

Dame la mano, es tarde. Adiós, buenas noches.

ROMEO

Me espera una dicha mayor que la dicha,

que, si no, alejarme de vos sentiría.

Adiós.

Salen.

III.iv Entran CAPULETO, la SEÑORA CAPULETO y PARIS.

CAPULETO

Todo ha sucedido tan adversamente

que no ha habido tiempo de hablarlo con Julieta.

Sabéis cuánto quería a su primo Tebaldo;

yo también. En fin, nacimos para morir.

Ahora es tarde; ella esta noche ya no bajará.

Os aseguro que, si no fuese por vos,

me habría acostado hace una hora.

PARIS

Tiempo de dolor no es tiempo de amor.

Señora, buenas noches. Encomendadme a Julieta.

SEÑORA CAPULETO

Así lo haré, y por la mañana veré cómo responde.

Esta noche se ha enclaustrado en su tristeza.

PARIS se dispone a salir, y C APULETO le llama.

CAPULETO

Conde Paris, me atrevo a aseguraros

el amor de mi hija: creo que me hará

caso sin reservas; vamos, no lo dudo.

Esposa, vete a verla antes de acostarte;

cuéntale el amor de nuestro yerno Paris

y dile, atiende bien, que este miércoles...

Espera, ¿qué día es hoy?

PARIS

Lunes, señor.

CAPULETO

Lunes... ¡Mmmm...! Eso es muy precipitado.

Que sea el jueves.-Dile que este jueves

se casará con este noble conde.-

¿Estaréis preparados? ¿Os complace la presteza?

No lo celebraremos: uno o dos amigos,

porque, claro, con Tebaldo recién muerto, que era pariente, si lo festejamos

dirán que le teníamos poca estima.

Así que invitaremos a unos seis amigos

y ya está. ¿Qué os parece el jueves?

PARIS

Señor, ojalá que mañana fuese el jueves.

CAPULETO

Muy bien; ahora marchad. Será el jueves.-

Tú habla con Julieta antes de acostarte

y prepárala para el día de la boda.-

Adiós, señor.-¡Eh, alumbrad mi cuarto!-

Por Dios, que se ha hecho tan tarde

que pronto diremos que es temprano. Buenas noches.

Salen.

III.v Entran ROMEO y JULIETA arriba, en el balcón.

JULIETA

¿Te vas ya? Aún no es de día.

Ha sido el ruiseñor y no la alondra

el que ha traspasado tu oído medroso.

Canta por la noche en aquel granado.

Créeme, amor mío; ha sido el ruiseñor.

ROMEO

Ha sido la alondra, que anuncia la mañana, y no el ruiseñor. Mira, amor, esas rayas hostiles que apartan las nubes allá, hacia el oriente.

Se apagaron las luces de la noche

y el alegre día despunta en las cimas brumosas.

He de irme y vivir, o quedarme y morir.

JULIETA

Esa luz no es luz del día, lo sé bien;

es algún meteoro que el sol ha creado .

para ser esta noche tu antorcha

y alumbrarte el camino de Mantua.

Quédate un poco, aún no tienes que irte.

ROMEO

Que me apresen, que me den muerte;

lo consentiré si así lo deseas.

Diré que aquella luz gris no es el alba,

sino el pálido reflejo del rostro de Cintia . , y que no es el canto de la alondra

lo que llega hasta la bóveda del cielo.

En lugar de irme, quedarme quisiera.

¡Que venga la muerte! Lo quiere Julieta.

¿Hablamos, mi alma? Aún no amanece.

JULIETA

¡Si está amaneciendo! ¡Huye, corre, vete!

Es la alondra la que tanto desentona

con su canto tan chillón y disonante.

Dicen que la alondra liga notas con dulzura: a nosotros, en cambio, nos divide;

y que la alondra cambió los ojos con el sapo .: ojalá que también se cambiasen las voces, puesto que es su voz lo que nos separa

y de aquí te expulsa con esa alborada.

Vamos, márchate, que la luz ya se acerca.

ROMEO

Luz en nuestra luz y sombra en nuestras penas.

Entra el AMA a toda prisa.

AMA

¡Julieta!

JULIETA

¿Ama?

AMA

Tu madre viene a tu cuarto.

Ya es de día.