Puerta lateral a la izquierda por la cual se va a la cocina. La puerta principal está a la derecha»

EL DIRECTOR. (Levantándose e indicando.) Por lo tanto, presten atención: allá, la puerta principal. Aquí, la cocina. (Dirigiéndose al ACTOR que hará el papel de Sócrates.) Usted entrará y saldrá por este lado. (Al DIRECTOR.) Colocará la mampara en el fondo y luego colgará las cortinas. (Se vuelve a sentar.)

EL DIRECTOR DE ESCENA. (Anotándolo.) De acuerdo.

EL APUNTADOR. (Leyendo el guión.) «Primera escena. Leone Gala, Guido Venanzi, Filippo, llamado Sócrates» (Al DIRECTOR) ¿Debo leer también las acotaciones?

EL DIRECTOR. ¡Sí, sí! ¡Se lo he dicho mil veces!

EL APUNTADOR. (Leyendo el guión.) «Al levantarse el telón, Leone Gala, con gorrito de cocinero y delantal, trata de batir un huevo en un cuenco con un cucharón de madera. Filippo bate otro, también vestido de cocinero. Guido Venanzi escucha, sentado»

EL PRIMER ACTOR. (Al director.) Disculpe, pero ¿me tengo que poner el gorrito en la cabeza?

EL DIRECTOR. (Fastidiado por el comentario.) ¡Obviamente! ¡Está escrito allí! (Señalará el guión.)

EL PRIMER ACTOR. ¡Pero si es ridículo!, usted perdone.

EL DIRECTOR. (Poniéndose de pie, furioso.) «¡Ridículo, ridículo!» ¿Qué quiere que yo haga si de Francia no vienen más comedias buenas y nos tenemos que resignar a poner en escena comedias de Pirandello, que nadie comprende y parecen creadas a propósito para que ni los actores, ni los críticos, ni el público queden contentos? (Los actores reirán. Y entonces él, levantándose y acercándose hacia el PRIMER ACTOR, gritará.) ¡El gorrito de cocinero, sí señor! ¡Y batirá los huevos! ¿Usted cree que no tiene que hacer nada más que batir los huevos con sus manos? Pues no. ¡Tendrá que representar el papel de la cáscara de los huevos que está batiendo! (Los ACTORES reirán de nuevo y harán comentarios irónicos entre ellos.) ¡Silencio! ¡Y presten atención cuando estoy hablando! (Se dirige de nuevo al primer ACTOR.) Sí, señor, la cáscara. ¡Lo que quiere decir la forma vacía de la razón, sin la plenitud del instinto, que es ciego! Usted es la razón y su esposa el instinto, en un juego de papeles asignados, por lo que usted, al representar su papel, es voluntariamente el títere de sí mismo. ¿Comprendido?

EL PRIMER ACTOR. (Abriendo los brazos.) ¡Yo no!

EL DIRECTOR. (Volviendo a su sitio.) ¡Yo menos! Así que mejor seguimos. ¡Después me elogiará el resultado! (En tono confidencial.) Le aconsejo que se ponga siempre de medio perfil, porque si no, entre las complicaciones del diálogo y usted que no se dejará escuchar por el público, nadie entenderá nada. (Dando palmadas de nuevo.) ¡Atención, atención! Empezamos.

EL APUNTADOR. Disculpe, señor Director. ¿Me permitiría cubrirme con la concha? ¡Corre un aire!

EL DIRECTOR. ¡Cómo no, hágalo!

El CONSERJE del teatro habrá entrado mientras tanto en la sala, con su gorrita galoneada, en la cabeza, y atravesando el pasillo de butacas, se acercará al escenario para anunciar al DIRECTOR la llegada de los SEIS PERSONAJES, quienes también han entrado en la sala y lo han seguido a cierta distancia, un poco desorientados y perplejos, mirando a su alrededor.

Quien vaya a intentar una puesta en escena de esta comedia debe valerse de todos los medios disponibles para lograr un efecto gracias al cual estos SEIS PERSONAJES no se confundan nunca con los ACTORES de la compañía. La disposición de unos y otros, indicada en las anotaciones, cuando ya se encuentren en el escenario, será sin duda útil; tanto como una intensidad luminosa variada de reflectores especiales.