S. Eliot, por miedo, perdiera la oportunidad de que lo sacara la editorial de que él era asesor).
No es mera curiosidad retrospectiva señalar, con forzosa brevedad, cómo se fue viendo y enjuiciando Ulises. Y es ésta una historia que, significativamente, empieza antes incluso de la publicación del libro: ya Valéry Larbaud lo anunció en París, en resonante conferencia de diciembre de 1921 —recogida en la Nouvelle Revue Française de abril siguiente, junto con la traducción de un fragmento—, bajo la óptica de la referencia a la Odisea, clave comunicada por el propio autor a Larbaud, pero que el lector no encuentra en el libro, salvo en el título. En cambio, los primeros críticos ingleses, libres del esquema Odisea, fueron más al grano —y es de notar que recensionaban un libro de publicación prohibida en su propio país, auténtica propaganda de una mercancía de contrabando. Ya antes de la aparición de Ulises, en abril de 1921, basándose sólo en los capítulos publicados en la Little Review, R. Aldington, en English Review, había preludiado, a elegante altura, el general conflicto de sentimientos de la crítica británica —admiración literaria, susto ante la total franqueza sin tapujos—:
… cuando el Sr. Joyce, con sus dones maravillosos, los usa para darnos asco de la humanidad, hace algo que es falso y calumnioso para la humanidad… Ha logrado escribir un libro muy notable, pero desde el punto de vista de la vida humana, estoy seguro de que está equivocado.
Y el crítico se asusta de pensar lo que serán los imitadores de Joyce:
Él produce asco con una razón; otros producirán asco sin razón. Él es oscuro y justifica su oscuridad, pero ¿cuántos otros escribirán mera confusión pensando que es sublime?… Él no es uno de esos superficiales que adoptan un artificio superficial como canon de una nueva forma de arte; él caerá en manos de las capillitas, pero él mismo está muy por encima de ellas…
La primera recensión periodística (S. B. Mais, Daily Express, 25 Marzo 1922) pone el dedo en la llaga:
… La mayor parte de los escritores jóvenes desafían las reticencias convencionales en cuanto que describen todo lo que la mayor parte de nosotros hacemos y decimos. Mr. Joyce va mucho más lejos: de sus páginas saltan hacia nosotros todos nuestros más secretos e inconvenientes pensamientos íntimos.
Incluso un recensionador anónimo (Evening News, 8 Abril 1922) sabe mirar de frente Ulises:
Mr. Joyce es tan cruel e inexorable como Zola con la pobre humanidad. Su estilo está en la nueva vena cinematográfica a la moda, muy sacudido y elíptico.
El primer estudio realmente importante es el de J. Middleton Murry (Nation and Atheneum, 22 Abril 1922), quien, después de dejar a un lado las objeciones moralistas («la cabeza que sea bastante fuerte como para leer Ulises no se dejará trastornar por él»), apunta a algo literariamente esencial en el libro: su naturaleza humorística:
Esta bufonería trascendental, esta súbita irrupción de la vis comica en un mundo donde se encarna la trágica incompatibilidad de lo práctico y lo instintivo, es un logro muy grande. Ese es el centro vital del libro de Mr. Joyce, y la intensidad de vida que contiene basta para animar su totalidad…
Especial agudeza mostró también la recensión de Holbrook Jackson (To-Day, Junio 1922):
[Ulises] es un insulto y un logro. No es indecente. No hay en él una sola línea sucia. Sencillamente está desnudo… No es ni moral ni inmoral. Mr. Joyce escribe, no como si la moral no hubiera existido nunca, sino como quien deliberadamente prescinde de códigos y convenciones morales. Una franqueza como la suya habría sido imposible si no hubiera estado prohibida tal franqueza… Él es el primer narrador no-romántico, pues, al fin y al cabo, los realistas no eran más que románticos que trataban de liberarse del medievalismo… No pretende divertir, como George Moore,… ni criticar, como Meredith, ni satirizar, como Swift. Sencillamente, anota, como Homero, o incluso Froissart. Esta actitud tiene sus peligros. Mr. Joyce se ha enfrentado con ellos, o mejor dicho, ha hecho como si no existieran. Ha sido totalmente lógico. Lo ha anotado todo…
Unos meses después, W. B.
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