Y creo que deberías de abstenerte de hablar de mí al mismo tiempo que de ella. Es una falta de tacto. (Se sienta delante del bureau.)
LORD WINDERMERE. - Margarita, tú podrías salvar, si quisieras, a esa mujer. Ella necesita volver a entrar en sociedad y necesita que tú la ayudes. (Acercándose a ella.)
LADY WINDERMERE.- ¿Yo?
LORD WINDERMERE.- Sí, tú.
LADY WINDERMERE.- ¡Habráse visto insolencia! (Pausa.)
LORD WINDERMERE. - Margarita, quiero pedirte un gran favor, y te lo pido, a pesar de que hayas descubierto lo que creí poder ocultarte siempre, es decir: que he dado cantidades bastante crecidas a mistress Erlynne. Necesito que le envíes una invitación para el baile de esta noche.
LADY WINDERMERE. - ¡Estás loco! (Poniéndose en pie.)
LORD WINDERMERE.- Te lo suplico. La gente puede hablar de ella lo que quiera, y así lo hacen, en efecto; pero nadie sabe nada concreto en contra suya. Ella ha estado en varias casas... No en casas a que tú irías, desde luego; pero, al fin y al cabo, en casas adonde van muchas señoras de eso que llaman la buena sociedad. Pero esto no la satisface.
Ella quiere que tú la recibas.
LADY WINDERMERE.- ¿Como un triunfo para ella, no es eso?
LORD WINDERMERE.- No; sino porque sabe que tú eres una mujer honrada.... y que si viene aquí una vez sola, esto podrá ayudarla a vivir más tranquila y feliz de lo que vive ahora. Te aseguro que no haré el menor esfuerzo por que vuelvas a recibirla. ¿Te negarás tú a ayudar a una mujer que trata de rehabilitarse?
LADY WINDERMERE. - ¡Me niego! Cuando una mujer está realmente arrepentida, no desea volver a la sociedad, que causó o vio su ruina.
LORD WINDERMERE.- ¡Te lo suplico!
LADY WINDERMERE. - (Dirigiéndose hacia la puerta de la derecha.) Voy a vestirme para la cena, y te ruego que no vuelvas a hablarme de la cuestión esta noche. (Volviéndose hacia él.) Tú te figuras, Arturo, que porque no tengo padre ni madre, estoy sola en el mundo, y que puedes tratarme como se te antoje. Estás equivocado; yo también tengo amigos, muchos amigos.
LORD WINDERMERE. - Margarita, no sabes lo que dices. Estás hablando a tontas y a locas. No quiero discutir contigo; pero insisto en que invites a mistress Erlynne para esta noche.
LADY WINDERMERE.- ¡No haré semejante cosa!
LORD WINDERMERE.- ¿Te niegas?
LADY WINDERMERE.- ¡Resueltamente!
LORD WINDERMERE.- ¡Hazlo por mí, Margarita! ¡Te lo suplico otra vez! ¡Puede ser su salvación!
LADY WINDERMERE. - ¿Ya mí qué me importa?
LORD WINDERMERE. - ¡Qué duras sois las mujeres buenas!
LADY WINDERMERE.- ¡Y los hombres malos, qué blandos!
LORD WINDERMERE.- Cierto que ningún hombre puede ser bastante bueno para la mujer con quien se casa... Pero no vayas a imaginar que yo... ¡Oh! ¡La idea sola sería monstruosa!
LADY WINDERMERE.- ¿Y por qué ibas a ser tú diferente de los demás? He oído decir que apenas hay un marido en todo Londres que no consuma su vida en alguna pasión vergonzosa fuera de su hogar.
LORD WINDERMERE.- Yo no soy uno de ellos.
LADY WINDERMERE.- ¿Y a mí quién me lo asegura?
LORD WINDERMERE.- Tu propio corazón. Pero no abramos más abismos entre nosotros. Dios sabe que estos últimos minutos ya nos han separado bastante. Siéntate y escribe la invitación.
LADY WINDERMERE.- Por nada del mundo la escribiré.
LORD WINDERMERE.
1 comment