Pues era así que vivíamos, yo y la familia, cuando comencé a tener cabeza para pensar*.
[272D—9]
[Mixto]
—No comprendo. ¿Sin diferencia entre los propios trabajadores? ¿Usted quería que un aprendiz ganase tanto como un oficial, o un tipo que trabaja diez horas gane tanto como uno que trabaja siete?
* Texto que podría eventualmente sustituir la parte del diálogo del banquero que comienza por "Oiga. Yo nací del pueblo… " (p. 6).
—No es eso. Yo era tipógrafo. Y sabía que cualquiera de los oficiales de peluquero del negocio al lado de la tipográfica ganaba más que yo, por lo menos en ese momento, y sin contar propinas. No comprendía, dentro o fuera del sistema burgués, en qué el trabajo de un tipógrafo tenía menos valor, social o humano, que el trabajo de un peluquero. Ni entendía por qué es que, en buena ley, yo, tipógrafo, tenía que ganar más, porque lo ganaba, que un cavador de zanjas. Bien sé que económicamente eso se explica fácilmente; pero económicamente es lo que me sublevaba. Una economía que producía esos resultados era, para mí, y todavía lo es, una injusticia y una tiranía.
—Los obreros no siempre ven ese aspecto de la cuestión. Quiero decir, no siempre llevan el espíritu de observación hasta ese punto.
—Bien sé, pero lo llevé yo. Estúpido nunca fui, gracias a Di…, gracias a no sé qué…
Sonreímos ambos.
—Yo comprendí, es claro, que todo eso eran defectos del sistema burgués; que no era por culpa del peluquero que yo ganaba menos, ni por mi culpa que el cavador ganaba menos que yo. El sistema burgués, en sus distintos engranajes, protegía al peluquero más que a mí, y a mí más que al cavador. El mismo sistema que protegía a la modista más que a mi cuñada costurera, a mi patrón más que a mí, y al agricultor más que al peón de campo…
"Colmado de pensar todos los días —todos los días y todas las noches— en estas injusticias, me volví un profundo sublevado. Tampoco era fácil pensar en otra cosa. Era suficiente despertar para oír las lamentaciones de mi madre y las quejas de mi padre —casa donde no hay pan, mi viejo…—, era suficiente sentarme a la mesa para encontrar argumentos, desde las mismas quejas y trifulcas hasta lo que había encima de la mesa, lo que había para cinco y tenía que alcanzar para once… Era suficiente esto y todo lo demás… Era suficiente el tener que andar casi siempre con una camisa que en el mejor caso estaba medio rota y en el peor sucia, o tener que pasar un invierno entero sin que hubiera manera de conseguir un sobretodo, a no ser que dejase de dar el dinero en casa y hacerme pasar hambre no sólo a mí sino también a los otros, que no tenían culpa. Por fin, todo esto, y todo esto todos los días… *
[272D-10]
[Mec.]
—El ideal del anarquista es la libertad, la igualdad por la libertad, y la fraternidad por la igualdad en la libertad. Fíjese bien: lo que hay de igualdad en el sistema anarquista no acompaña a la libertad, proviene de ella. Para que pueda haber un sistema intermedio entre el sistema burgués y el anarquismo, y para que por él se pase suavemente hacia el anarquismo, ese sistema intermedio
* Como se puede ver, el diálogo del interlocutor del banquero no continúa ninguno de sus diálogos en la versión de 1922, por lo que se debe conjeturar que otro nuevo texto, del que éste sería a su vez la continuación, se perdió o ni llegó a ser pasado por escrito.
tiene que contener más libertad que el sistema burgués. Si no fuera así, no es un paso hacia el anarquismo, sino una simple sustitución del sistema burgués por ora cosa, o equivalente, si no hay acrecentamiento de libertad, o peor, si hay decrecimiento. Sustituir el sistema burgués por un sistema equivalente es tomarnos el trabajo de realizar esfuerzos, y tal vez hasta de derramar sangre y causar angustia, para quedar exactamente en lo mismo. Es como si gastáramos dinero y trabajo para mudarnos de una casa que queda lejos del Bajo, porque queda lejos del Bajo, a otra casa, del otro lado de la ciudad e igualmente lejos del Bajo.
"Pero lo peor es que no apareció todavía ningún sistema que pueda ser considerado intermedio entre el capitalismo y el anarquismo, que no sólo sea superior en materia de libertad al capitalismo, sino que siquiera le sea equivalente. El socialismo y el comunismo se basan en la idea de igualdad, despreciando la de libertad. Son peores tiranías que el sistema burgués que, al menos, basándose en el individualismo, siempre se basa en una cosa que envuelve en germen la libertad. El socialismo y el comunismo vuelven al Estado omnipotente, y a los hombres iguales bajo ese monstruoso Rey Absoluto, que ni siquiera tiene cuerpo para que podamos matarlo. Con el socialismo y el comunismo el burgués pierde y el trabajador no gana.
El burgués se vuelve esclavo, lo que no era; el obrero, quedando igual al burgués, continúa siendo, con otro dueño, el esclavo que era. En el sistema burgués, un trabajador siempre podía, por trabajo o suerte, o cualquier otra razón, conseguir dinero, ir ascendiendo, hasta alcanzar un cierto grado de libertad, aquella libertad que el dinero puede dar. En el régimen socialista o comunista, no hay esperanza. Es la perfecta realización del infierno sobre la Tierra, y en el Infierno, por lo que parece, son todos iguales.
"Ya ve ud., que yo no podía aceptar el socialismo o el comunismo, en cualquiera de las distintas formas de uno y de otro, como pasos hacia el anarquismo, por la simple razón de que ir hacia atrás no es el método más simple de ir hacia adelante. El hecho, mi viejo, es que socialismo y comunismo son regímenes de odio y, dígase en elogio de la humanidad, los regímenes de odio no pueden durar.
—Regímenes de odio, ¿cómo?
—El objetivo del socialismo y del comunismo no es elevar al trabajador sino rebajar al burgués.
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