El trabajador queda en la misma, si no peor, como ya le dije. Lo que el burgués pierde, el obrero no lo gana. El anarquismo, por el contrario, es un régimen de amor, y nadie quiere oprimir a quien ama.

[272D-11 y dorso]

[Mixto]

—Está bien, comprendo. ¿Pero no habría otro tipo de sistema intermedio, realmente intermedio, entre el capitalismo y el anarquismo?

—Si lo hay, no lo conozco. Pero ud. verá, en el transcurso de mi exposición, que no veo necesidad de tal sistema… Vamos ahora al otro caso, el de, poniendo de lado al anarquismo por inviable o provisoriamente inviable, admitir un sistema anticapitalista menos radical que el anarquismo, pero con viabilidad o viabilidad inmediata o cercana. El socialismo y el comunismo, ya le mostré que no sirven; y si no sirven como sistemas de transición, mucho menos sirven (¡caramba!, da frío pensar en eso) como sistemas definitivos. De modo que lo que resta por examinar es si el anarquismo será viable, o si será viable en un tiempo relativamente cercano.

"Comencemos por dejar de lado esa historia de lo "relativamente cercano". Lo que queremos es el bien de la humanidad, por la libertad: lo que queremos es trabajar para establecer el sistema que le dará ese bien. Hasta aquí está en nuestra mano. No está en nuestra mano, sino en la operación de las leyes naturales, el determinar la hora en que ese objetivo se realice. Por consiguiente, lo que tenemos que examinar es si es viable el sistema anarquista.

"Comencemos por definir lo que viene a ser eso de viabilidad. No se entiende evidentemente, en el caso del anarquismo, su viabilidad en nuestro tiempo, con estas costumbres y maneras —maneras de actuar, de sentir y de pensar—, todas producto del sistema burgués. Eso equivaldría a preguntar si el anarquismo es viable dentro del sistema burgués. Se trata de saber si el anarquismo no contraría la naturaleza humana. Si no la contraría, es viable; si es viable, algún día, si permanentemente trabajamos por él, él ha de llegar.

"La naturaleza humana se compone de dos elementos: los instintos naturales, como el de conservación y el sexual, y los instintos sociales, que se resumen en esto: en tener, con todos los otros hombres, una aspiración común. Tener, con todos los hombres, una aspiración común es —notará ud—. la base del sentimiento religioso —dando al término, es claro, su sentido lato—, que es el más alto sentimiento humano, el de la fraternidad en un ideal común.

"Cuando los hombres se vayan convenciendo de que la libertad es el supremo bien, y de que sólo en la libertad podemos ser iguales y amarnos como hermanos, porque lo seremos, el ideal anarquista habrá alcanzado el estadio religioso. Ahora, cuando un ideal o una aspiración alcanza el estadio religioso fatalmente vence, como lo prueba la historia de todas las religiones; y fatalmente vence porque se encuentra de acuerdo con lo que es, al mismo tiempo, el más alto y el más profundo, el más humano y el más puro de los sentimientos humanos, porque se encuentra, en suma, de acuerdo con la humanidad en sí misma, con la humanidad entera. "¿Se duda de que ese convencimiento se pueda dar, por gradualmente que sea, en todos los hombres? ¿Por qué? El propio sistema capitalista, porque es individualista, muestra la conveniencia y la belleza de la libertad, y porque es opresor, muestra su necesidad y la necesidad de remover las injusticias que la oprimen. ¿Les llevará tiempo a los hombres alcanzar ese convencimiento? Sin duda. Pero porque el convencimiento está de acuerdo con la propia naturaleza humana, puede llegar; como está de acuerdo con el instinto religioso, que traduce la aspiración en acción, puede vencer; como es estimulado, positiva y negativamente, por el régimen social en que vivimos, tiene con qué alimentarse y poderse formar. De acuerdo así con la naturaleza humana fundamental, pues no le impide ningún instinto natural, y de acuerdo también con la naturaleza humana superior, pues se adapta con su espíritu religioso, el anarquismo es enteramente viable.

Se detuvo un momento en lo que ya era un discurso. Estaba un tanto cansado. Señaló con un dedo la copa, mirando hacia el criado. Éste la llenó de coñac. Rehusé con la cabeza que llenara la mía. El banquero bebió de un trago. Pensó un poco. Se me ocurrió una objeción y la expuse.

—Ud.