¿Cuál es la que parece más natural, o que sentimos como más natural? Es aquella a la que estamos habituados. (Ud. comprende: lo que es natural es lo que es del instinto; y lo que, no siendo instinto, se parece en todo al instinto es el hábito. Fumar no es natural, no es una necesidad del instinto; pero si nos habituamos a fumar, nos parece natural, pasa a ser sentido como una necesidad del instinto. ) ¿Pero cuál es la ficción social que constituye un hábito nuestro? Es el actual sistema, el sistema burgués. Tenemos pues, en buena lógica, que o encontramos posible la sociedad natural, y seremos defensores del anarquismo o no la juzgamos posible, y seremos defensores del régimen burgués. No hay hipótesis intermedia. ¿Entendió?…

—Sí, señor; eso es concluyente.

—Todavía no es tan concluyente… Todavía hay otra objeción del mismo género que liquidar… Puede aceptarse que el sistema anarquista es realizable, pero puede dudarse de que sea realizable de repente', esto es, que se pueda pasar de la sociedad burguesa a la sociedad libre sin que haya uno o más estadios o regímenes intermedios. Quien haga esta objeción acepta como buena, y como realizable, la sociedad anarquista; pero intuye que tiene que haber un estadio cualquiera de transición entre la sociedad burguesa y ella.

»Ahora bien, supongamos que es así. ¿Qué es ese estadio intermedio? Nuestro fin es la sociedad anarquista o libre; ese estadio intermedio sólo puede ser, en consecuencia, un estadio de preparación de la humanidad para la sociedad libre. Esa preparación o es material o es simplemente mental; esto es, o es una serie de realizaciones materiales o sociales que van adaptando a la humanidad a la sociedad libre, o es una simple propaganda gradualmente creciente e influyente que la va preparando mentalmente a desearla o a aceptarla.

»Vamos al primer caso: la adaptación gradual y material de la humanidad a la sociedad libre. Es imposible; es más que imposible, es absurdo. No hay adaptación material sino a una cosa que ya hay. Ninguno de nosotros se puede adaptar materialmente al medio social del siglo XXIII, aunque sepa lo que será; y no se puede adaptar materialmente porque el siglo XXIII y su medio social no existen materialmente todavía. Así, llegamos a la conclusión de que, en el pasaje de la sociedad burguesa a la sociedad libre, la única parte que puede haber de adaptación, de evolución o de transición es mental, es la gradual adaptación de los espíritus a la idea de la sociedad libre… En todo caso, en el campo de la adaptación material, todavía hay una hipótesis…

—¡Caramba con tanta hipótesis!…

—Ah, hijo, el hombre lúcido tiene que examinar todas las objeciones posibles y refutarlas antes de poder considerarse seguro de su doctrina. Y además, todo esto es en respuesta a una pregunta que ud. me hizo…

—Está bien.

—En el campo de la adaptación material, decía yo, hay en todo caso otra hipótesis. Es la de la dictadura revolucionaria.

—¿Cómo? ¿De la dictadura revolucionaria?

—Como yo le expliqué, no puede haber adaptación material a una cosa que no existe, materialmente, aún. Pero si, por un movimiento brusco, se hiciera la revolución social, queda implantada ya, no la sociedad libre (porque para ella la humanidad no puede tener todavía preparación), sino una dictadura de aquellos que quieren implantar la sociedad libre. Pero existe ya, aunque en esbozo o en comienzo, existe ya materialmente algo de la sociedad libre. Hay ya por lo tanto una cosa material, a que la humanidad se adapte. Es éste el argumento con que los cuadrúpedos que defienden la «dictadura del proletariado» la defenderían si fuesen capaces de argumentar o de pensar. El argumento, está claro, no es de ellos: es mío. Me lo pongo, como objeción, a mí mismo. Y, como le voy a demostrar…, es falso.

»Un régimen revolucionario, en cuanto existe, y sea cual fuere el fin al que se dirige o la idea que lo conduce, es materialmente sólo una cosa, un régimen revolucionario. Pero un régimen revolucionario quiere decir una dictadura de guerra o, en las verdaderas palabras, un régimen militar despótico, porque el estado de guerra le es impuesto a la sociedad por una parte de ella, aquella parte que asumió revolucionariamente el poder. ¿Qué es lo que resulta? Resulta que quien se adapte a ese régimen, como la única cosa que él es materialmente, inmediatamente, es un régimen militar despótico, se adapta a un régimen militar despótico. La idea, que condujo a los revolucionarios, el fin hacia el que se dirigían, desapareció por completo de la realidad social, que es ocupada exclusivamente por el fenómeno guerrero. De modo que lo que sale de una dictadura revolucionaria, y tanto más completamente saldrá, cuanto más tiempo dure esa dictadura, es una sociedad guerrera de tipo dictatorial, esto es, un despotismo militar. Ni tampoco podía ser otra cosa.