Yo estaba junto a Dravot, y detrás de mí había veinte hombres del Ejército regular. Y aquí llega la chica, y muy robusta que era, cubierta de plata y turquesas, pero blanca como la muerte; y volviendo la cabeza a cada momento para mirar a los sacerdotes.
»“Me parece bien —dice Dan, mirándola de arriba abajo—. ¿De qué tienes miedo, chiquilla? Ven y dame un beso.” —La rodea con los brazos. Ella cierra los ojos, lanza un breve chillido y hunde la cabeza en un lado de la flameante barba de Dan.
»“¡La muy puerca me ha mordido!” —dice él, dándose una palmada en el cuello, y claro, la retiró roja de sangre. Billy Fish y dos de sus hombres cogen a Dan por los hombros y le arrastran entre los de Bashkai, mientras los sacerdotes aúllan en su jerga “¡Ni dios ni diablo, sino hombre!” Tuve que retroceder, porque un sacerdote me atacó de frente, y el Ejército, desde atrás, empezó a disparar contra los hombres de Bashkai.
»“¡Dios Todopoderoso! —dice Dan—. ¿Qué significa esto?”
»“¡Vuelve! ¡Ven con nosotros! —dice Billy Fish—. Rebelión y ruina es lo que significa. Nos abriremos paso hasta Bashkai, si es que podemos.”
»Intenté dar algunas órdenes a mis hombres, los hombres del Ejército regular, pero no sirvió de nada, así que apunté a sus cuerpos con un Martini inglés y derribé a tres en una fila. El valle estaba lleno de criaturas dando gritos y alaridos, y no había un alma que no chillara “¡Ni dios ni diablo, sino hombre!” Las tropas de Bashkai lucharon junto a Billy Fish lo mejor que podían, pero sus mosquetes no eran ni la mitad de buenos que los cargadores de recámara de Kabul, y cuatro hombres cayeron. Dan bramaba como un toro, porque estaba lleno de rabia; y a Billy Fish le costó mucho impedirle que se lanzara contra la muchedumbre.
»“No podemos resistir —dice Billy Fish—. ¡Corred valle abajo! Todos están contra nosotros.”
»Los hombres de los mosquetes corrieron, y bajamos el valle a pesar de Dravot, que juraba de un modo espantoso y gritaba que era un rey. Los sacerdotes hicieron rodar grandes rocas hacia nosotros, y el Ejército regular no dejaba de disparar, y sólo seis hombres, sin contar a Dan, a Billy Fish y a mí, llegaron vivos al fondo del valle.
»Entonces dejaron de disparar y los cuernos resonaron otra vez en el templo.
»“¡Huyamos de aquí, por el amor de Dios, huyamos! —dice Billy Fish—. Enviarán corredores a todos los poblados antes de que lleguemos a Bashkai. Puedo protegeros allí, pero ahora no puedo hacer nada.”
»Yo opino que Dan empezó a volverse loco en ese momento. Miraba arriba y abajo como si lo hubieran clavado al suelo. Luego se empeñó en volver solo y matar a los sacerdotes con sus propias manos; y podía haberlo hecho.
»“Soy un emperador —dice Daniel—, y el año que viene seré un caballero de la reina.”
»Sí, Dan —digo yo—, pero ven ahora, mientras hay tiempo.
»“Es culpa tuya —dice él—, por no cuidar mejor de tu Ejército. Se preparaba una rebelión, y tú no lo sabías… ¡Tú, condenado maquinista, obrero de mierda, sabueso de misionario!” —Se sentó en una roca y me llamó todos los sucios nombres que le venían a la cabeza. Yo estaba demasiado harto para que me importara, aunque fueron todas sus necedades las que provocaron la crisis.
»Lo siento, Dan —digo—, pero nadie sabe mucho sobre los nativos. Este asunto es nuestro Cincuenta y Siete. Quizás todavía podamos hacer algo, cuando lleguemos a Bashkai.
»“Entonces vamos a Bashkai —dice Dan—. ¡Y por Dios que cuando vuelva aquí barreré este valle hasta que no quede ni una chinche en una manta!”
»Caminamos durante todo el día, y durante toda la noche Dan paseó pesadamente por la nieve, arriba y abajo, mascando su barba y murmurando para sí.
»“No hay esperanzas de escapar —dice Billy Fish—. Los sacerdotes habrán enviado corredores a los poblados para decir que no sois más que hombres. ¿Por qué no seguisteis haciéndoos pasar por dioses hasta que las cosas estuvieran más tranquilas? Soy hombre muerto” —dice Billy Fish, y se echa de bruces en la nieve y empieza a rezar a sus dioses.
»A la mañana siguiente llegamos a unas tierras crueles: todo subir y bajar, nada de llanuras, y ni sombra de comida. Los seis hombres de Bashkai miraron hambrientos a Billy Fish como si quisieran preguntar algo, pero no dijeron una palabra. A mediodía vimos la cima de una montaña chata y completamente cubierta de nieve, y cuando trepamos por ella, ¿qué pasó? ¡Pues que a medio camino esperaba un Ejército en posición!
»“Los corredores han sido muy rápidos —dice Billy Fish, dejando escapar una risita—. Nos están esperando.”
»Tres o cuatro hombres empezaron a disparar desde las filas del enemigo, y una bala perdida alcanzó a Daniel en la pantorrilla. Eso le devolvió el juicio. Mira sobre la nieve hacia el Ejército, y ve los rifles que habíamos metido en el país.
»“Esto es el final —dice—. Esa gente es inglesa… y es mi maldita estupidez la que lo ha causado todo. Vuelve, Billy Fish, y llévate a tus hombres; has hecho lo que podías, y ahora tienes que irte.
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