Mas no pienso reprenderte. Venga el oprobio cuando quiera: yo no lo invoco. No le pido al dios del trueno que fulmine, ni te acuso ante Júpiter, el juez supremo.
Enmiéndate cuando puedas y a tu conveniencia. Yo soy paciente; puedo vivir con Regan, yo y mis cien caballeros.
REGAN
No exactamente. Yo no os esperaba, ni estoy preparada para una digna acogida. Señor, atended a mi hermana: quienes vean vuestros arranques fríamente, por fuerza convendrán en que sois viejo, así que…
Ella sabe lo que hace.
LEAR
¿Es cierto lo que oigo?
REGAN
Muy cierto, señor. ¡Cincuenta caballeros!
¿No os bastan? ¿Para qué más, o para qué tantos, cuando el gasto y el peligro rechazan tan alto número? En una casa,
¿cómo puede vivir en armonía tanta gente con dos amos?
Es difícil, casi imposible.
GONERIL
¿Por qué, mi señor, no pueden serviros los que son sus criados o los míos?
REGAN
¿Por qué no, señor? Si os desatienden, podemos reprenderlos. Como ahora veo el riesgo, si venís conmigo, os ruego que traigáis nada más que veinticinco; a ninguno más daré posada ni admisión.
LEAR
Yo os lo di todo.
REGAN
Y en buena hora.
LEAR
Os hice mis delegadas, mis depositarias, reservándome el derecho a cierto número de seguidores. ¿He de ir a tu casa con veinticinco? Regan, ¿es eso lo que has dicho?
REGAN
Y lo repito, señor: conmigo ni uno más.
LEAR
Los seres perversos parecen hermosos al lado de otros más perversos: no ser lo peor también tiene mérito. -- [A GONERIL] Voy contigo: tus cincuenta son dos veces veinticinco y tu amor dobla al suyo.
GONERIL
Oídme, señor. ¿Qué necesidad tenéis de veinticinco, diez o cinco en una casa en que el doble está a vuestro servicio?
REGAN
¿Qué necesidad de uno?
LEAR
¡No discutáis la «necesidad»! El mendigo más pobre posee algo superfluo.
Si no dais a la naturaleza más de lo necesario, la vida humana vale menos que la de la bestia. Tú eres una dama: si abrigarse fuera ir engalanado, no te harían falta esas galas que llevas, pues apenas te abrigan. En cuanto a necesidad, ¡dadme, cielos, la paciencia necesaria! Aquí me veis, dioses: un pobre anciano, cargado de años y penas, mísero en ambos. Si sois vosotros los que indisponéis a estas hijas con su padre, no hagáis de mí el necio que todo lo soporta mansamente; infundidme noble cólera y no dejéis que esas armas de mujer, las lágrimas, deshonren mi hombría. No, brujas desalmadas; tomaré tal venganza de vosotras que el mundo entero… Lo haré… No sé aún qué va a ser, mas será el terror de la tierra. Creéis que lloraré. No, no voy a llorar. Me sobran motivos;
Fragor de tormenta. pero este corazón saltará en mil pedazos antes de que llore. -- ¡Ah, bufón, voy a enloquecer! – Salen LEAR, GLoSTER, el BUFÓN [y el CABALLERO]. CORNWALL
Entremos; se acerca una tormenta.
REGAN
La casa es pequeña; no puede alojar bien al viejo y su gente.
GONERIL
Es culpa suya. Si renuncia al reposo, que pruebe su locura.
REGAN
Le recibiré gustosamente a él solo, pero a ninguno de su escolta.
GONERIL
Ésa es mi intención. ¿Dónde está el Conde de Gloster?
CORNWALL
Salió con el viejo. Aquí vuelve.
Entra GLOSTER. GLOSTER
El rey está furiosísimo.
CORNWALL
¿Adónde va?
GLOSTER
Ha ordenado montar, mas no sé adónde va.
CORNWALL
Más vale dejarle: es su propia guía.
GONERIL
Señor, de ningún modo le pidáis que se quede.
GLOSTER
Pero se acerca la noche y braman feroces los vientos. Apenas hay un arbusto en millas a la redonda.
REGAN
Ah, señor, al testarudo el daño que se hace a sí mismo debe servirle de lección. Cerrad las puertas. Le siguen unos temerarios, y la prudencia aconseja guardarse de las provocaciones a que pueda dejarse llevar.
CORNWALL
Cerrad las puertas, señor. La noche es temible. Regan dice bien.
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