Protejámonos de la tormenta.

Salen.

III-1

Sigue la tormenta. Entran KENT y un CABALLERO por lados opuestos. KENT

¿Quién va, además del tiempo infame?

CABALLERO

Alguien tan turbado como el tiempo.

KENT

Yo os conozco. ¿Dónde está el rey?

CABALLERO

Luchando con los fieros elementos; al viento le dice que hunda la tierra en las aguas o levante el mar encrespado sobre los continentes y que todo se altere o destruya.*

KENT

Pero, ¿quién va con él?

CABALLERO

Sólo el bufón, que se esfuerza en aliviarle las penas con sus bromas.

KENT

Señor, os conozco lo bastante como para confiaros un asunto de importancia, Aunque por ahora guardan apariencias con parejo disimulo, hay enfrentamiento entre Albany y Cornwall, que tienen criados (¿y quién tan encumbrado de Fortuna no los tiene?), que, aunque lo parecen, son espías que informan a Francia sobre nuestro Estado: lo que han visto de las riñas e intrigas de los duques o la dureza con que ambos han tratado al anciano rey; o algo más profundo, de lo cual todo esto es sólo síntoma.*

CABALLERO

Habrá que hablar más de esto.

KENT

No. Para confirmar que soy mucho más que mi apariencia, abrid esta bolsa y sacad el contenido. Si véis a Cordelia, y sin duda la veréis, mostradle este anillo, y ella os dirá quién es ese hombre que no conocéis. ¡Maldita tormenta!

Voy en busca del rey.

CABALLERO

Dadme la mano. ¿Queréis decir algo más?

KENT

Poco, aunque de gran trascendencia.

Cuando encontremos al rey (id vos por ese lado, yo por éste), quien primero dé con él, que grite al otro.

Salen.

III-2

Sigue la tormenta. Entran LEAR y el BUFÓN. LEAR

¡Soplad, vientos, y rajaos las mejillas! ¡Rugid, bramad! ¡Romped, turbiones y diluvios, hasta anegar las torres y hundir las veletas! ¡Fuegos sulfúreos, raudos como el pensamiento, heraldos del rayo que parte los robles, quemadme las canas! Y tú, trueno estremecedor, ¡aplasta la espesa redondez de la tierra, rompe los moldes de la naturaleza y mata la semilla que produce al hombre ingrato!

BUFÓN

Ah, abuelo: más vale dar jabón en seco que renegar bajo esta lluvia. Entra, abuelo, y pídeles la bendición a tus hijas. La noche no perdona ni a bobo ni a listo.

LEAR

¡Retumbe tu vientre! ¡Escupe, fuego; revienta, nube!

Ni lluvia, viento, trueno, ni rayo son mis hijas.

De ingratitud no os acuso, elementos: yo nunca os di un reino, jamás os llamé hijos.

No me debéis obediencia, así que arrojad vuestro horrendo placer. Aquí está vuestro esclavo, un pobre anciano, mísero, débil, despreciado.

Y, sin embargo, os llamo aliados serviles que, unidos a mis dos hijas perversas, desde el cielo lanzáis vuestras legiones sobre cabeza tan blanca, tan vieja. ¡Ah, infamia!

BUFÓN

Quien tiene una casa donde meter la cabeza, tiene una buena sesera.

Braguetero busca un hoyo y va con cabeza al aire, que se llenará de piojos cuando tenga que casarse.

El que atiende al dedo gordo mucho más que al corazón por un callo andará loco y despierto del dolor.

Pues no hay mujer guapa que no haga visajes delante del espejo.

Entra KENT. LEAR

No, seré un modelo de paciencia.

No diré nada.

KENT

¿Quién va?

BUFÓN

Pues la majestad y el braguetero, es decir un sabio y un bobo.

KENT

Ah, señor, ¿estáis ahí? Ni los que aman la noche aman noches como ésta. Los coléricos cielos espantan a las fieras que vagan en las sombras y las retienen en sus cuevas. Desde que soy hombre no recuerdo haber visto estos chorros de fuego, ni oído este retumbar del hórrido trueno, ni estos gemidos de lluvia y viento rugiente.

El hombre no soporta tal angustia ni temor.

LEAR

Que los grandes dioses que engendraron tan terrible tumulto sobre nuestras cabezas descubran ahora a sus enemigos. Tiembla, desgraciado, que callas tus recónditos delitos aun sin castigar. Escóndete, asesino, perjuro, hipócrita incestuoso. Estremécete, infame, y salta en pedazos por haber tramado contra el hombre bajo capa de bondad. Crímenes ocultos, abrid vuestros antros y pedid perdón a estos terribles emisarios.

Víctima soy del pecado más que pecador.

KENT

¡Cómo! ¿A cabeza descubierta? – Majestad, aquí cerca hay una choza: os dará cobijo en esta tempestad.

Descansad dentro, mientras voy al duro palacio

(más duro que la piedra de sus muros, donde hace poco me han negado acceso al preguntar por vos) a obligarles a mostrar siquiera cortesía.

LEAR

La cabeza se me va. – Vamos, muchacho. ¿Cómo estás? ¿Tienes frío? Yo también. -- ¿Dónde está esa choza, amigo? El arte de la necesidad es admirable: vuelve valioso lo mísero. Vamos, la cabaña. -- Mi pobre y pícaro bufón, en mi pecho hay siempre un hueco que se apena por ti.

BUFÓN [canta]

Quien tiene poco juicio y sensatez, do, re, mi, do, hay viento y lloverá, a su destino se ha de someter, pues un día y otro día lloverá.

LEAR

Cierto, muchacho. -- Vamos, llévanos a la choza.

Salen [LEAR y KENT]. BUFÓN

Espléndida noche hasta para enfriar a una golfa. Ante; de salir, haré una profecía: Cuando sacerdotes no hagan y hablen y los cerveceros la cerveza agüen; cuando el noble enseñe al sastre su empleo y, en lugar de herejes, ardan los puteros, será porque el reino de Albión ha entrado en la gran confusión.

Cuando en todo pleito se haga justicia, y amo y escudero sin penurias vivan; cuando nuestras lenguas no murmuren más y nuestros rateros dejen de robar; cuando el usurero saque sus reservas y erijan iglesias putas y alcahuetas, un tiempo habrá entonces, ¿y quién lo verá?, en que nuestros pies sirvan para andar.

Será profecía del mago Merlín, que yo he nacido antes que él.

Sale.

III-3

Entran GLOSTER y EDMOND. GLOSTER

¡Ay, Edmond! No me gusta este trato despiadado.