Luego, lentamente, las sombras de las dos personas en el balcón real se fundieron lentamente en una.
PRÓLOGO DEL AUTOR A LA EDICIÓN ORIGINAL DE LOS HOMBRES ESQUELETO DE JÚPITER
Personalmente, desapruebo los prefacios; raramente los leo, y no creo haber escrito nunca una historia en la que abrume a mis largamente sufridos lectores con uno de ellos. Ocasionalmente, he tenido que incluir algunas notas y acotaciones en algunos clásicos inmortales, dos ejemplos de literatura «inútil» que deploro especialmente cuando se trata de los escritos de otros. Sin embargo, esto es algo que se emplea hasta la extenuación—stas inútiles notas y acotacione—y que, junto con el uso de los adjetivos, aligeran la lectura de la obra del autor y permiten entender lo que sus palabras cuentan. En realidad, esto no es más que una pequeña escusa para los prefacios, y si esta fuera mi historia no pondría ninguno. Pero ésta no es mi historia; es la historia de John Cárter. Yo no soy más que su mero amanuense.
¡En Guardia! John Carter empuña su espada.
Edgar Rice Burroughs.
LIBRO 2
LOS HOMBRES ESQUELETO DE JÚPITER
I
TRAICIONADO
No soy científico. Soy un luchador. Mi más querida amia es la espada, y durante mi larga vida no he visto razón para alterar mis teorías cuando he debido aplicarlas en los muchos problemas a los que he hecho frente. Esto no es así con los científicos. Ellos abandonan continuamente una teoría por otra. La ley de gravitación es quizás la única teoría que ha permanecido durante mi vida… y si la Tierra de repente comenzara a rotar diecisiete veces más rápido que ahora, la ley de la gravedad fallaría y nos lanzaría hacia el espacio.
Teorías vienen y teorías van… teorías científicas. Recuerdo una teoría en la que el Tiempo y el Espacio se movían constantemente en una línea recta. Había otra teoría que afirmaba que ni el Tiempo ni el Espacio existen… todo está en nuestras mentes. Más tarde, nació otra teoría que sostenía que el Tiempo y el Espacio se curvaban sobre ellos mismos. Mañana, algún científico os podrá enseñar resmas y resmas de papel y miles de metros cuadrados de pizarra cubiertos con fórmulas, signos, símbolos y diagramas para probar que el Tiempo y el Espacio se curvan hacia afuera alejándose entre ellos. Luego su teórico universo se desmoronará sobre nuestros oídos, y podremos preparamos para volver de nuevo sobre las teorías desechadas anteriores. Como muchos luchadores me inclino por ser crédulo en lo que concierne a materias fuera de mi profesión; o al menos fuera de lo que uso cotidianamente. Creo en lo que hacen los científicos. Años atrás, creí con Flammarión que Marte era habitable y que estaba habitado; más tarde, nuevas y reputadas escuelas de científicos me convencieron de lo contrario. Sin perder la esperanza, me vi forzado a creer en todo aquello cuando llegué a Marte y me quedé allí a vivir. Todavía se insiste en si Marte es habitable o inhabitable, pero yo vivo aquí.
Hechos y teorías pueden ser opuestos. Incuestionablemente, los científicos parecen estar en lo cierto. De forma igualmente incontrovertible, yo puedo demostrar mi verdad.
En la aventura que voy a narrar, hecho y teoría cruzan de nuevo sus espadas. Odio hacerle esto a mis sufridos amigos científicos; pero si ellos pudieran consultarme antes de dogmatizar postulando teorías que no hallan aclamación popular, se salvarían de muchas situaciones embarazosas.
Dejah Thoris, mi incomparable princesa, y yo estábamos sentados sobre un banco ricamente tallado en uno de los jardines de nuestro palacio en Pequeño Helium cuando un oficial con los correajes de Tardos Mors, Jeddak de Helium, se aproximó y saludó.
—¡De Tardos Mors para John Carter, kaor! —dijo—. El Jeddak requiere tu inmediata presencia en la Sala de Jeddaks del Palacio Imperial de Gran Helium.
—Al instante —le respondí.
—¿Puedo llevarte, mi señor? —me preguntó—% He venido en una nave de dos plazas.
—Gracias. Me reuniré contigo en el hangar dentro de un momento.
Saludó y nos dejó.
—¿Quién es? —preguntó Dejah Thoris™. No recuerdo haberle visto nunca antes.
—Probablemente se trate de uno de los nuevos oficiales de Zor, que Tardos Mors ha destinado a la Guardia del Jeddak. Es un gesto de asegurarle a Zor que tiene la mayor confianza en la lealtad de esa ciudad y un medio de curar viejas heridas.
Zor, que se hallaba a cerca de seiscientos kilómetros al sureste de Helium, era una de las más recientes conquistas de Helium y nos había provocado una gran cantidad de problemas en el pasado a causa de los traicioneros actos instigados por una rama de la familia real guiada por Multis Par, un príncipe. Alrededor de cinco años antes de que ocurrieran los hechos que estoy narrando, este Multis Par había desaparecido; y desde entonces Zor no había causado mayores problemas.
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