Su gigantesco cuerpo se alzaba majestuosamente sobre sus otros compañeros.

Kantos Kan posó su mano en el hombro de John Carter.

—Estaba en camino hacia mi palacio cuando recibí tu llamada. Al parecer, los rumores sobre el rapto de la princesa corren por todo Helium.

He venido inmediatamente —dijo el noble compañero— para ofrecerte mi espada y mi corazón.

—Nunca he oído hablar de este Pew Mogel —dijo Tars Tarkas—. ¿Es un hombre verde?

Tardos Mors gruñó, Probablemente sería algún pequeño renegado o un criminal con un exagerado egocentrismo.

Carter pasó la mirada sobre la nota de rescate.

—No, Tardos Mors, creo que es un enemigo más formidable de lo que imaginamos. También es muy inteligente. Debe tener una nave muy silenciosa para raptar a Dejah Thoris tan rápido o quizás alguna gran ave. Sólo un hombre poderoso puede preparar el rapto de la Princesa de Helium sin pensar en las consecuencias y esperar hacerse con todas las existencias de hierro.

«Probablemente tiene bajo su mando grandes recursos. Es dudoso que tenga intención de devolver a la princesa, y quizás piense incluir más detalles en otras notas de rescate. De pronto, los ojos del terrestre se estrecharon. Una sombra se había movido en la sala vecina.

Con un poderoso salto, Carter cruzó el arqueado umbral. Una figura furtiva corría en la semioscuridad del pasillo con Carter tras sus talones. Sabiéndose sorprendido, el extraño se detuvo, se arrodilló y apuntó con una pistola de rayos a la cercana figura del terrestre. Carter vio el dedo cerrarse sobre el gatillo.

—¡Carter! —gritó Kantos Kan—. ¡Al suelo!

Con la rapidez de la luz, Carter se agachó. Una larga hoja silbó sobre su cabeza y se clavó en el corazón del extraño hasta la empuñadura.

—Uno de los espías de Pew Mogel —murmuró Carter poniéndose en pie—. Gracias, Kantos Kan.

Kan registró el cadáver, pero no encontró señales de la identidad del hombre. Vueltos a la cámara de audiencias los hombres se pusieron a trabajar con fiera resolución, alrededor de un enorme mapa de Barsoom mientras Carter hablaba.

—Hay miles de ciudades alrededor de Helium. Todas son ahora amigas. Podrán darnos noticias sobre este Pew Mogol, si es conocido. Es probable que se halle en una de las ciudades desiertas del lecho del mar, al este o al oeste de Helium, Eso significa cientos de kilómetros que inspeccionar, pero debemos peinar cada uno de ellos.

Carter se sentó a la mesa y explicó su plan:

—Tars Tarkas, al este. Contacta con los jefes de todas las tribus. Yo cubriré el oeste con exploradores aéreos. Kantos Kan permanecerá en Helium como contacto. Estad preparados día y noche con la flota aérea de Helium. Cualquiera que descubra a Dejah Thoris se lo notificará primero a Kantos Kan. Naturalmente, sólo podremos comunicar los unos con los otros a través de él. La onda de frecuencia será constante y secreta. 2000 kilociclos.

Tardos Mors se volvió hacia el terrestre.

—Cualquier recurso de mi reino está a tu servicio, John Carter.

—Marchamos inmediatamente, majestad, y si Dejah Thoris está viva en Barsoom, la encontraremos.

II

LA BÚSQUEDA

Durante tres horas John Carter permaneció sobre el tejado del aeródromo real dando las últimas instrucciones a la flota de 24 rápidas naves de exploración unipersonales.

—Cubrid todo el territorio de vuestros respectivos distritos. Si descubrís algo, no intentéis ocuparos de ello por vosotros mismos, notificadlo a Kantos Kan inmediatamente.

Carter observó los ceñudos rostros frente a él y tuvo la certeza de que le obedecerían.

—¡Vamos! —ordenó Carter mientras señalaba con un pulgar sobre su hombro a las naves. Los hombres le siguieron y pronto todos volaban velozmente sobre Helium.

Carter permaneció sobre el techo durante un tiempo más para hacer algunas comprobaciones con Kantos Kan.