(Por la puerta de la izquierda aparece la Zapatera echándose polvos con una polvera rosa y limpiándose las cejas.)
ESCENA VII
Dichos y Zapatera.
ZAPATERA. Buenas tardes.
ALCALDE. Muy buenas. (Al Zapatero.) ¡Como guapa, es guapísima!
ZAPATERO. ¿Usted cree?
ALCALDE. ¡Qué rosas tan bien puestas lleva usted en el pelo y qué bien huelen!
ZAPATERA. Muchas que tiene usted en los balcones de su casa.
ALCALDE. Efectivamente. ¿Le gustan a usted las flores?
ZAPATERA. ¿A mí…? ¡Ay, me encantan! Hasta en el tejado tendría yo macetas, en la puerta, por las paredes. Pero a éste… a ése… no le gustan. Claro, toda la vida haciendo botas, ¡qué quiere usted! (Se sienta en la ventana.) Y buenas tardes. (Mira a la calle y coquetea.)
ZAPATERO. ¿Lo ve usted?
ALCALDE. Un poco brusca… pero es una mujer guapísima. ¡Qué cintura tan ideal!
ZAPATERO. No la conoce usted.
ALCALDE. ¡Psch! (Saliendo majestuosamente.) ¡Hasta mañana! Y a ver si se despeja esa cabeza. ¡A descansar, niña! ¡Qué lástima de talle! (Vase mirando a la Zapatera.) ¡Porque, vamos! ¡Y hay que ver qué ondas en el pelo! (Sale.)
ESCENA VIII
Zapatero y Zapatera.
ZAPATERA. (Cantando.)
Si tu madre tiene un rey,
la baraja tiene cuatro:
rey de oros, rey de copas,
rey de espadas, rey de bastos.
(La Zapatera coge una silla y sentada en la ventana empieza a darle vueltas.)
ZAPATERO. (Cogiendo otra silla y dándole vueltas en sentido contrario.) Si sabes que tengo esa superstición, y para mí esto es como si me dieras un tiro, ¿por qué lo haces?
ZAPATERA. (Soltando la silla.) ¿Qué he hecho yo? ¿No te digo que no me dejas ni moverme?
ZAPATERO. Ya estoy harto de explicarte… pero es inútil. (Va a hacer mutis, pero la Zapatera empieza otra vez y el Zapatero viene corriendo desde la puerta y da vueltas a su silla.) ¿Por qué no me dejas marchar, mujer?
ZAPATERA. ¡Jesús!, pero si lo que yo estoy deseando es que te vayas.
ZAPATERO. ¡Pues déjame!
ZAPATERA. (Enfurecida.) ¡Pues vete! (Fuera se oye una flauta acompañada de guitarra que toca una polquita antigua con el ritmo cómicamente acusado. La Zapatera empieza a llevar el compás con la cabeza y el Zapatero huye por la izquierda.)
ESCENA IX
Zapatera.
ZAPATERA. (Cantando.) Larán… larán… A mí, es que la flauta me ha gustado siempre mucho… Yo siempre he tenido delirio por ella… Casi se me saltan las lágrimas… ¡Qué primor! Larán, larán… Oye… Me gustaría que él la oyera… (Se levanta y se pone a bailar como si lo hiciera con novios imaginarios.) ¡Ay, Emiliano! Qué cintillos tan preciosos llevas… No, no… me da vergüencilla… Pero, José María, ¿no ves que nos están viendo? Coge un pañuelo, que no quiero que me manches el vestido. A ti te quiero, a ti… ¡Ah, sí!… mañana que traigas la jaca blanca, la que a mí me gusta.
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