Los ahuyentaba y perseguía la ninfa Cama con la rama de espino blanco que le había dado Jano.
[292] Figura femenina que sirve de columna o de pilastra.
[293] Un oro astral que cae de las gradas azules (del cielo), dice el texto francés. Algún critico ve en ello una alusión al ocultismo del que Rimbaud conocía algunos detalles. Creemos, más bien, que se trata de la poesía sideral, presente siempre en los procesos de simbolización rimbaldianos: esta Poesía marca el paroxismo de la emoción y de la atracción del límite imposible: el horizonte en continuo alejamiento; pero es también el espacio privilegiado de ciertos reductos cromáticos, singulares y extremosos, que sólo lo sideral puede sugerir––ciertos amarillos, ciertos verdes y azules... Y, como siempre, esta poesía luminosa y veloz contrasta con el contexto realista e innoble del conjunto del poema.
[294] Y el poeta, buen francés y buen republicano, recupera la dimensión sagrada de París: guía de la humanidad moderna.
[295] El clarín, de nuevo ––con ecos de V. Hugo–– como instrumento de la lucha de la humanidad; un clarín cuyo sonido es aún profundo y retenido.
[296] ¿Es ésta la misión del nuevo poeta, del poeta maldito: asumir la voz de los desheredados de todas las herencias? No parece que el simbolismo, salvo contadas excepciones, haya asumido esa misión. Como tampoco la ha asumido la poesía contemporánea, sumida en sus exquisiteces de burguesía psicoanalizable y saciada.
[297] Poema de guerra. Si se admite que Rimbaud canta a las manos de las mujeres que defendieron ciertas plazas de París durante la Comuna, contra las tropas del gobierno, el poema sería de finales de mayo de 1871. Frente al tópico de la mano delicada, blanca y suave femenina, que hará furor durante el decadentismo, desde Gautier, ya, a Villaespesa, Rimbaud canta la mano fuerte y laboriosa. Hay en el poema un cierto regusto español que uno no sabe muy bien de dónde viene, a pesar de las indicaciones de los eruditos: alusión a don Juan de Gautier, alusión al poema A Juana, de A. de Musset, metamorfosis de Carmen (puesto que esta Jeanne-Marie hace puros...). Es posible que sólo sea un hallazgo de la rima, Juaná, para rimar con tanná.
[298] Como se templa el acero en el agua de la fragua. Resonancia arquetípica muy próxima del futuro poema de Lorca.
[299] En su socialismo, el poema no se olvida de la poesía exótica de los cielos extremos.
[300] Éste es el verso que aprovecha la crítica para hablar de una presencia sutil de la Carmen de Mérimé. Pienso que la imagen se integra, más bien, en la presencia de los mundos exóticos americanos que preceden y que siguen.
[301] No participan, pues, del espacio blanco de la virginidad de María; contrariamente, pertenecen al espacio negro y negativo del ‘mal’, simbolizado por el veneno de la belladona: la atropina, jugo de un color violáceo, casi negro, sacado de sus bayas. No por eso dejan de ser hermosas y mujeres; juego de palabras propiciado por la rima.
[302] La atracción que Rimbaud siente por los dípteros se hará patente en el soneto Las vocales.
[303] Neologismo que nos inventamos para responder al neologismo de Rimbaud, bleuisons: la tonalidad o la calidad azul de la mañana. De paso, recuperamos la acepción que esta palabra tiene en ciertos uso familiares: la flor del aciano menor.
[304] Glándula de ciertas flores que produce un jugo azucarado. Vemos, de nuevo, el amor de Rimbaud por los términos técnicos. Algo propio del Parnaso y de algunos simbolistas.
[305] Conservamos tal cual el neologismo de Rimbaud.
[306] ¿Kengaver? Ciudad de Persia.
[307] «De prima», simplemente, la hija de tus tíos; seres altamente peligrosos para los niños y adolescentes.
[308] Uno de los himnos revolucionarios, convertido en himno nacional francés. La violencia que contienen sus palabras le sientan bien a las mujeres de la Comuna y al propio Rimbaud.
[309] Rimbaud conoce bien sus latines y es capaz de descomponer las dos Palabras que inician la Misa, Kyrie eleisón. Nosotros, para mejor entendimiento del lector español, conservamos la expresión completa.
[310] ¿Metonimia o sinécdoque? Estas manos defendieron ciertas plazas de parís durante la Comuna: estas manos son, pues, esas plazas que todo rebelde venera como símbolo de la libertad preservada.
[311] Poema de junio de 1871. Pertenece a la galería misógina de Rimbaud y es, al mismo tiempo que un grito contra la mujer y el amor, un autorretrato narcisista, en el que el poeta no sólo exalta su belleza física (nuevo Apolo Sauróctono), sino sus cualidades espirituales; esa suavidad perversa de la que hablan sus amigos.
[312] Esta contraposición, de la que Rimbaud toma conciencia muy tempranamente, es, a nuestro entender, la fuente continua del paulatino rencor autodegradante del joven poeta.
[313] Siguiendo la estela romántica y baudelairiana, Rimbaud identifica caridad y mujer, dándole a caridad su sentido más cristiano de amor para con el otro. Veremos cómo este sentido se irá degradando a lo largo del Poema, hasta convertirse en simple etiqueta sarcástica.
[314] Tras la imprecación, cierta conmiseración: a pesar de todo, la mujer es un ser herido.
[315] La poesía y la justicia. No creemos que el calificativo de Musa verde tenga algo que ver con la Musa de la Naturaleza (como dice algún crítico). Se trata, simplemente del valor positivo que tiene lo verde en el imaginario rimbaldiano; una Musa verde es mucho más musa que otra; de la misma manera que la justicia, para ser auténtica justicia, recibe un calificativo ígneo, ardiente.
[316] A pesar de que no hemos leído nada al respecto, nos parece que la sintaxis de esta estrofa es un tanto errabunda: no queda claro cuál es el referente de «l’épouvante» (lo aterra), en el primer verso, y de «le déchirer» (desgarran su carne), en el cuarto. Parece ser el poeta; pero la sintaxis no nos lo dice.
[317] ¿La ciencia y la naturaleza? ¿La poesía y la libertad? Los versos que siguen se inclinan por la primera interpretación. Ahora bien, el primer verso de la estrofa siguiente (con regusto baudelairiano, en la alusión a la poesía como estudio de largas noches solitarias), nos impide continuar con el juego de oposiciones que, aquí, opondría ciencia a poesía; a no ser que la negra alquimia fuera también una metáfora (muy rimbaldiana) de la poesía.
[318] Preferimos traducir nature, aquí con minúscula, por el verde campo; Sin el alcance conceptual que puede tener el término francés en otros contextos.
[319] Más interesante que la invocación a la muerte es la evocación metafórica de ésta; entre los grandes tópicos ––Sueño, noche negra de la verdad –– Y la evocación familiar ––Paseos inmensos––, totalmente desmitificadora.
[320] Poema sin fecha precisa: no se conserva manuscrito, ni de Rimbaud ni de Verlaine. Si la anécdota es verdad y Rimbaud lo escribió tras pasar unos días en casa de las tías de su profesor Izambard, después de que hubiera estado en el calabozo durante una semana por viajar sin billete en el tren de Charleroi a París (septiembre de 1870), el poema puede pertenecer a la serie de la primavera del 71 o ser, incluso, anterior. No se puede especular sobre su perfección, con el fin de situarlo en fechas posteriores a la experiencia narrada; esta perfección Rimbaud la tiene desde hace mucho.
[321] La cabeza del muchacho es una tormenta de verano; lo importante es, sin embargo, el adjetivo rojo. Y poco importa que el origen de la metáfora sea (por deslizamiento metonímico) la frente roja del niño; roja por culpa de lo que ha tenido que rascarse o roja metafóricamente, debido a la naturaleza ígnea de su mente.
[322] ¿Las señoritas Gindre, tías de Izambard? «CAROUNA. La despiojadora» escribe Izambard, en una carpeta con cartas dirigidas a sus tías.
[323] Conocemos la hermandad profunda que existe entre Rimbaud, bohemio, y el rocío.
[324] Anotación de un realismo que provoca el escalofrío de los que vivimos la posguerra piojosa y chinchera, y que pone de relieve, más aún si cabía, el contraste entre la acción higiénica de las hermanas y la interpretación de ésta por parte del adolescente: ¿no es, al fin y al cabo, uno de los pocos actos de ternura que vivió Rimbaud? Es preciso ponerlo en relación con los azotes que recibiera Rousseau de niño, sobre el regazo de madame Lambercière ––uno de los gérmenes de la estructura sadomasoquista del amor, en el autor ginebrino.
[325] Poema-compendio del conjunto de actitudes confusas, pero vividas con gran intensidad, que Rimbaud tiene respecto de la religión. El pretexto es el tema de la Primera Comunión, acto emblemático del paso de la niñez a la adolescencia y arquetípico a la hora de situar al niño frente al tema de la pureza, necesaria para convertirse en morada de Dios, sobre todo si pensamos en `la segunda primera comunión', o Primera Comunión solemne, celebrada en sectores de la sociedad francesa tradicional, con once o doce años, tres o cuatro años después de la Primera Comunión privada; cuando el adolescente está en plena efervescencia corporal. Rimbaud trata el tema debido, tal vez, al hecho de que su hermana Isabelle acababa de celebrarla el año anterior, con diez años. Ahora bien, el texto nos obliga a imaginamos una primera comulgante algo mayor. Como siempre en Rimbaud, el texto transciende la posible anécdota y nos ofrece una extraña mezcla de seducción por el misticismo y de rechazo respecto de ciertas situaciones anímicas a las que el misticismo puede llevar.
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