el río es oro[545] en marcha:
mueve sus brazos, negros, graves, frescos, de yerba:
se hunde en el Cielo azul, su dosel, y se inventa
por cortinas la sombra del alcor y del arca[546].
II
La baldosa empapada tiende sus chorros límpidos.
El agua viste de oro hondo las camas listas.
Las prendas de las niñas, verdes, descoloridas,
hacen de sauces llenos de pájaros y brincos[547].
Más pura que una onza[548], párpado de oro cálido,
la centellas[549] en el agua ––Tu fe nupcial, ¡qué Esposa!
envidia, a mediodía, desde su espejo opaco,
del calinoso cielo la Esfera amada y rosa.
III
La Señora[550] resiste de pie, por la pradera
donde nievan los hilos del trabajo; sombrilla
en mano; por altiva, pisotea la ombela[551];
niños están leyendo en la yerba florida
libros de cuero rojo[552]. Él, pesadumbre enorme,
cual mil ángeles blancos que en ruta se dispersan,
se va, tras la montaña. ¡Ella[553], gélida y negra
corre y corre! después de que se ha ido el hombre.
IV
¡Añoranza[554] de hierba pura de espesos brazos!
¡Oro lunar[555] de abril en el fondo del lecho!
¡Gozo de los cantales del río, abandonados,
en agosto, al brotar sus podridos desechos!
¡Que ahora llore al lamer los muros! El aliento
de los chopos, en lo alto, pertenece a la brisa.
Luego, se estancará, gris, sin luz, sin venero:
un viejo, que draga, en su barca inmóvil, se agita.
V
Juguete de este ojo de agua triste, no atinan
a coger, bote inmóvil, mis brazos a ninguna
de las dos flores: ni la jalde, allá, importuna,
ni la azul, cuyo oriente[556] es de color ceniza.
¡Polvo de las salcedas que agita un ala inmensa!
¡Gladio de los gladiolos[557] que el día ha devorado!
Mi bote, siempre quieto[558]; anclada su cadena
en el fondo del ojo, sin bordes, ––¿en qué barros?
2[559]
¿Qué nos importan, di, corazón, estos charcos
de sangre y brasa, mil crímenes y largos gritos
de rabia, estos sollozos de un infierno que arrasa
todo orden; y Aquilón triunfando en el derrubio;
y la venganza? ¡Nada!... ¡Pero sí, la queremos,
la queremos! Senados, príncipes, industriales:[560]
¡reventad! Poderes, justicia, historia[561]: ¡a muerte!
Tenemos derecho. ¡La sangre! ¡La llama de oro ![562]
¡Conságrate a la guerra, la venganza, el terror,
alma mía! Volvamos al mordisco: ¡pasad,
repúblicas del mundo! ¡Basta de emperadores
de regimientos y colonos, basta de pueblos![563].
¿Quién blandirá torbellinos de fuego furioso,
sino nosotros y los que creímos hermanos?
Nosotros, fantasiosos amigos: os agrada.
¡Nunca trabajaremos, oleadas de fuego ![564]
Esfumaros, Europa, América y Asia.
¡Vengador, nuestro avance ha cercenado todo,
ciudades y campiñas! ¡Seremos aplastados!
¡Brincarán los volcanes! Y el Mar conmocionado...
¡Amigos! ––Corazón, sí, son nuestros hermanos––
y, si negros y anónimos fuéramos... ¡Vamos, vamos!
¡Ay de mí! ya me siento temblar, la vieja tierra,
sobre mí, cada vez más vuestra, se derrite[565].
¡No, no es nada! ¡Aquí sigo! Sigo, aún[566]
3[567]
MIGUEL Y CRISTINA
¡Coño, si el sol, entonces, abandona su orilla!
¡Huye, claro diluvio! Las sendas tienen sombras.
Por los sauces, primero, y por el patio de armas
la tormenta reparte sus anchísimas gotas.
¡Cien corderos, de estos idilios rubios soldados,
dejad los acueductos y los enjutos brezos!
¡Llanuras y desiertos, horizontes y prados
asisten al aseo rojo de la tormenta!
Negro can, pastor pardo cuya capa se hunde,
huye de la hora de los rayos superiores;
rubio rebaño, cuando nadan sombra y azufre
intenta descender a cobijos mejores.
En cuanto a mí, ¡Señor!, ved cómo mi Alma vuela
tras los cielos helados de rojo bajo los
nubarrones celestes que corren y que vuelan[568]
sobre Soloñas[569] largas como ferrocarriles.
Miles de lobos, miles de silvestres semillas
arrastra, tras amar la blanca correhuela,
esta piadosa tarde que en la tormenta brilla,
hacia la antigua Europa donde cien hordas velan[570].
Después, ¡claro de luna! sobre la inmensa landa;
y, rojos, con su frente en la noche, los guerreros
sus pálidos corceles encabalgan, ronceros,
mientras las piedras suenan bajo esta fiera banda[571].
––¿Veré el bosque amarillo y la clara vaguada?
La Esposa de ojo azul, el hombre rojo, ¡oh, Galia!
y el Cordero Pascual, blanco[572], a sus pies queridos,
––Miguel, Cristina[573], ––¡y Cristo!––
y se acabó el Idilio[574].
4
LÁGRIMA[575]
Lejos de rebaños, pájaros, zagalas[576],
bebía en cuclillas al lado de un brezo,
junto a los retoños de un tierno avellano,
una tarde verde con cálida bruma.
¿Qué podía beber en el joven Oise[577],
olmos sin voz, hierba sin flor, cielo nublo,
qué líquido sacarle a mi calabaza?[578].
Algún licor de oro[579], ardiente e insulso.
Así, hubiera sido un reclamo inútil
de hostal. Luego borró el cielo la tormenta:
y nacieron campos negros, lagos, percas,
columnas, en la noche azul, estaciones[580].
El agua del bosque en la límpida arena
se hundía; al estanque el viento arrojaba
carámbanos... ¡Cómo, pescador de conchas
y de oros, iba yo a pensar en beber!
Mayo de 1872
5
EL ARROYO DE CASSIS[581]
El arroyo de Cassis oculto corre
por valles mágicos:
voces de cien cuervos lo acompañan, voces
de ángeles buenos:
con el vaivén grandioso de los pinsapos
si se hunde el viento.
Todo rola con misterios inquietantes
de guerras de antes;
torres conocidas, importantes parques:
se oye en sus márgenes
pasiones muertas de caballero andante
¡Qué sano el aire![582].
Que el caminante mire sus claras vías[583]
e ira contento.
¡Soldados del bosque que el Señor envía,
amables cuervos,
echad de aquí al campesino y su avaricia
que sólo empina un cuero seco![584].
Mayo de 1872
6
COMEDIA DE LA SED[585]
1. LOS PARIENTES
Somos tus Antepasados
¡los ricachos!
Nos cubren fríos sudores
de lunas y de verdores.
¡Qué corazón, nuestros caldos!
Al sol, sin ser impostores
¿qué puede el hombre?: beber.
YO ––¡En los ríos más salvajes perecer!
Somos tus Antepasados,
los del campo[586]
Agua en los mimbrales brota:
mira el curso de la fosa
que el castillo envuelve y moja.
Bajemos a la bodega,
y después, leche y cerveza.
YO ––¡A la charca con las vacas a beber!
Somos tus Antepasados
que te damos
licores de la alacena;
Te y Café, cosas ajenas[587],
que hierven en los pucheros.
Mira qué estampas, qué flores.
Volvemos del cementerio.
YO ––¡Y agotar todas las urnas![588].
2. EL ESPIRITU
Eternas ondinas
dividid el agua fina.
Venus, del azul hermana,
conmueve las puras aguas.
Judío errante en Noruega,
dime, ¿cómo nieva?
Viejos exiliados tiernos,
contadme el océano.
Yo––[589]. Nunca esas bebidas puras,
ni esa flores de florero[590],
ni leyendas, ni figuras,
saciarme pudieron.
Coplista[591], tu ahijada
es mi sed que se desboca,
hidra íntima sin bocas
que roe y devasta.
3.
LOS AMIGOS[592]
¡Ven, el vino va a la playa!
¡y las olas a millones!
¡y mira el Bitter que arrasa
rolar desde lo alto del monte!
Hasta las verdes pilastras
de la Absenta, peregrinos
prudentes, hay que llegar...
YO.–– Nunca volveré a esas patrias.
¿Y qué es la embriaguez, amigos?
Me gusta, prefiero,
pudrirme en el lago,
bajo el caldo espeso,
al lado del pecio
varado[593].
4. EL POBRE SUEÑO
Algún día ha de llegar
la Noche en la que sereno,
en una vieja ciudad,
beba... Moriré contento,
acostumbrado a esperar.
Si se aplaca mi desdicha,
con un poquito de oro,
al Norte me marcharía...
¿o hacia el País de las Viñas?
––¡Soñar no tiene decoro,
pues es un empeño vano!
Amigo, y si me volviera
aquel viajero de antaño...
Mas, ¡ay!, la verde taberna[594]
no me estará nunca abierta.
5. CONCLUSIÓN
Las palomas que en el prado aletean,
la caza que de noche corre y vela,
las bestias de las aguas, las domésticas,
¡la postrer mariposa!... están sedientas.
Fundirme donde se funde, sin meta
la nube. ¡Al amparo del frescor![595]
Morirme en las mojadas violetas
que siembra en estos bosques el albor.
Mayo de 1872
7
BUEN PENSAMIENTO MATINAL[596]
En verano, de madrugada
dura aún el sueño de amor
y el alba filtra por las ramas
la tarde en fiesta, con su olor.
Allá, en los inmensos talleres,
remangados los carpinteros
mirando el sol de las Hespérides[597],
se agitan, prestos.
En desiertos de musgo aprestan,
tranquilos, los artesonados
bajo los cuales la riqueza
reirá bajo cielos falsos[598].
Por estos Obreros galantes,
siervos del rey de Babilonia[599],
¡deja, Venus, a los Amantes
cuyas almas son cual coronas!
Reina de los Pastores[600]
para que sus fuerzas se templen,
al forzado, dale aguardiente
en espera del baño de mar, a las doce.
Mayo de 1872
8
FIESTAS DE LA PACIENCIA[601]
1. BANDERAS DE MAYO[602]
En las ramas claras de los tilos
agoniza un tañido enfermizo.
Pero, coplas que son como almas
revolotean por las grosellas.
¡Que ría la sangre en nuestras venas:
pues los pámpanos ya se enmarañan
y el cielo está hermoso como un ángel!
El cielo azul y el agua se aúnan.
Me marcho. Si un resplandor me hiriera
sucumbiría por los musgales.
Que uno se aburra, siempre en espera,
es muy sencillo. ¡Fuera mis penas!
Quiero que un dramático verano
me monte en su carro improvisado.
Que del todo, en tus manos, Natura,
me muera ––¡no tan sólo y tan nulo![603].
No como los Pastores[604], ¡que extraño!,
muriendo, casi, en manos del mundo
Quiero que las estaciones me usen[605].
De mi ser te hago entrega, oh Natura;
con toda mi sed y mi hambre toda:
si tu quieres, sacia y desaltera.
Ya nada de nada me ilusiona;
Reírle al sol es reírle al padre,
mas yo no quiero reírle a nada;
que quede, al fin, libre este infortunio.
Mayo de 1872
2. CANCIÓN DE LA MÁS ALTA TORRE[606]
Juventud ociosa
siempre sometida,
por fragilidad
perdí hasta mi vida.
Que el tiempo no se demore
en que el alma se enamore!
Me dije: abandona,
que nadie te vea:
sin promesa ya
de dichas eternas.
¡Que nada pueda pararte,
y del retiro apartarte!
Tanto he esperado,
que ahora sólo olvido;
temores, dolores
al cielo se han ido.
Y una sed insana llena
y me oscurece las venas.
Así el verde prado
que el olvido engaña
crece con sus flores
de incienso y cizaña.
Al son de un sucio montón
de moscas ––hosco bordón.
¡Viudez que no pasa,
de alma miseriosa
que busca solaz
en Nuestra Señora!
¡Y quién reza en su agonía
a Santa María!
Juventud ociosa
siempre sometida,
por fragilidad
perdí hasta mi vida.
¡Que el tiempo no se demore
en que el alma se enamore!
Mayo de 1872
3. LA ETERNIDAD[607]
La hemos encontrado.
¿Qué? ––La Eternidad.
Sol que se ha marchado
en el pos de la mar.
Alma centinela,
desvela el desvelo
de la noche nula
y del día en fuego.
Sufragios humanos,
ímpetus comunes,
allí te liberas
y vuelas según[608]
Ya que de vosotras,
brasas de satén,
sólo el Deber brota,
sin que digan: ¿ves?
Ya no hay esperanza,
ni ningún oriétur[609].
Ciencia con paciencia,
seguro tormento.
La hemos encontrado.
¿Qué? ––La Eternidad.
Sol que se ha marchado
en pos de la mar.
Mayo de 1872
4. LA EDAD DE ORO[610]
Una de esas voces,
angélica siempre,
––Soy yo, ¿me conoces?
se despacha, alegre[611]:
Esas mil preguntas
que se ramifican
sólo dan al hombre
embriaguez, locura.
Reconoce el giro
tan alegre y fácil:
sólo es linfa y flora,
¡pero es tu familia!
Luego canta. O
tan fácil y alegre,
vista a simple vista...
––Y canto con ella,
Reconoce el giro
tan alegre y fácil,
sólo es linfa y flora,
¡pero es tu familia!... etc[612].
Y, luego una voz
––¡No es acaso angélica!––
no dudes, soy yo,
dice jaranera;
y alza su cantar,
hermana del viento,
de acento Alemán[613],
pero ardiente y lleno.
El mundo es perverso;
¡acaso te extraña!
Vive y echa al fuego
el negro infortunio.
¡Precioso castillo
que claro es tu sino!
¿De qué tiempos eres,
porte soberano
del mayor hermano? etc...
¡Y ahora canto yo:
múltiples hermanas,
voces, nada públicas!
Rodead mi voz
de una fama púdica... etc ..[614].
Junio de 1872
9
LA JOVEN PAREJA[615]
La alcoba está abierta al cielo azul turquino[616]
no hay ni un sitio: ¡tanto cofre, tanta artesa!
y el muro que cubren las aristolaquias[617]
donde las encías de los duendes tiemblan.
¡Todo este desorden y estos gastos vanos
sin duda son obra de los genios malos!
Pues, quien suministra mora y telaraña
es, por los rincones, el hada africana[618].
Algunos se meten, gruñosas madrinas,
cual panes de luz, en las alacenas,
quedándose allí, pues nada se limpia
cuando, a la ligera, se va la pareja.
Un viento tenaz engaña al marido,
de modo constante, cuando se halla ausente.
Incluso los genios del agua se meten
a vagar, malignos, por toda la alcoba.
De noche, una amiga, ¡la luna de miel!,
cogiendo sus risas los cielos recorre
con miles y miles cenefas de cobre...
¡Y luego a enfrentarse a la rata cruel!
––Si no llega un día, fatuo, un fuego loco,
igual que un disparo, cuando el día calla...
––¡Oh Santos Espectros blancos de Belén,
entre vuestro hechizo por su azul ventana!
27 de junio de 1872
10
BRUSELAS[619]
Julio
Boulevart del Regente[620]
Arriates de amarantos hasta
el palacio encantador de Júpiter[621].
––Ya sé que eres Tú[622] quien, aquí, mezcla
tu Azul que es casi un azul Sáhara.
Y, como abeto y rosa del sol
––y liana–– aquí encierran sus juegos,
¡jaula de la viudita[623]….!
¡Qué vuelos
de pájaros, oh, la io, la io!...
––¡Mansas mansiones, pasas pasiones!
Kiosco de la Loca de afecciones.
Tras las vergas del rosal[624], balcones
umbríos y bajos de Julieta.
––La Julieta evoca la Enriqueta[625],
en el monte, una estación[626] preciosa,
como en medio de una huerta umbrosa,
do un vuelo azul de duendes se posa[627].
Banco en el que la blanca Irlandesa
hoscos cielos canta en su guitarra.
Después, en la sala[628] guayanesa
parloteo de niños y jaulas.
Ventana ducal[629]; con ella pienso
en venenos de boj y babosas
dormidos aquí, en el sol.
Silencio:
¡no puedo con tanta cosa hermosa!
––Bulevar sin comercio y sin pasos,
mudo, lleno de drama y comedia[630],
teatro de multitud de escenas,
en silencio te conozco y te amo.
11[631]
¿Es almea?[632]... al nacer las horas azuladas
morirá, como mueren las flores desfloradas...
¡Delante de la inmensa plaza donde se siente
la ciudad que respira y crece floreciente!
Demasiado hermoso, demasiado; y necesario
––para la Pescadora y la canción del Corsario––,
también, ya que las últimas máscaras creyeron
en las nocturnales que en el puro mar se hicieron[633]
Julio de 1872
12
LAS FIESTAS DEL HAMBRE[634]
Mi hambre, Ana, Ana,
en tu burro cabalga[635]
Si algo me gusta... sólo siento
gusto por las piedras y el suelo.
¡Din! !Din! ¡Din! comamos el viento,
las rocas, el carbón y el hierro.
¡Gira, hambre mía, gira y pasta
los prados del sonido!
veneno alegre saca
de la flor blanca del camino[636]
¡Comed![637]
Los cantos del picapedrero,
las piedras viejas de algún templo,
las guijas, hijas del diluvio,
panes en el valle grasiento[638].
Mis hambres, briznas de aire negro,
azul que canta,
––mi estómago que se desgarra
son la desgracia.
¡Las hojas se han caído al suelo!
carne de fruta en sazón busco.
Cosecho en el fondo del surco
la violeta y el helenio.
¡Mi hambre, Ana, Ana,
en tu burro cabalga!
13[639]
Grita el lobo en el matorral
escupiendo las bellas plumas
de su comida de corral:
¡y como él yo me consumo![640].
Las ensaladas y los frutos
tan sólo esperan la colecta;
pero la araña del cercado
se alimenta de violetas[641].
¡Que esté dormido! ¡o que bulla
sobre el altar de Salomón,
el borbollón la yerba arrulla
y se mezcla con el Cedrón![642].
14[643]
Oye cómo brama
en abril la pértiga
verde de la arveja
junto a las acacias[644].
En un vapor claro,
hacia Febe[645], observa
vibrar la cabeza
de los viejos santos...
Lejos de tejados,
y puros cantiles,
nuestros Viejos piden
aquel filtro aciago...
Mas, ni ferial
ni astral es la bruma
que exhala, fatal,
esta luz nocturna.
No obstante, se quedan
––Sicilia, Alemania––[646]
en la bruma triste
y pálida, en justicia[647].
15[648]
Oh castillos, oh estaciones
¿Qué alma no cae en errores?
Oh castillos, oh estaciones,
Cursé la mágica alquimia
del Gozo, que nadie evita.
Que siempre sea alabado[649]
cuando canta el gallo galo![650].
¡Hacia nada mi alma aspira,
él[651] se ocupa de mi vida!
¡Este embrujo! que alma y cuerpo,
liberó de todo esfuerzo.
¿Y qué dicen mis palabras?
¡Por él huyen en volandas![652].
¡Oh castillos, oh estaciones!
[Y si la pena me arrastra
me aseguro su desgracia.
Preciso es que su desdén
me entregue a la,––muerte. Amén.
¡Oh palacios, oh estaciones!][653].
16
DESHONRA[654]
Mientras la hoja no haya
rebanado este cerebro,
esta masa grasa y glauca,
con vapores nunca nuevos;
(Pero, Él, cortar debería
su nariz, labios y orejas,
y su vientre, ¡oh maravilla!,
abandonando sus piernas).
en verdad creo que, mientras
la hoja para su cerebro,
para su riñón la piedra
para sus tripas el fuego,
no hayan actuado, el niño,
molesto, tan tonto y burro,
debe obrar con disimulo
como un traidor aguerrido,
cual gato de las Rocosas
que emponzoña las esferas.
¡Pero en su muerte, Dios, no importa[655]
que una plegaria florezca!
V APÉNDICE-RESTO[656]
1
DOS POEMAS
1[657]
¡Si las campanas son de bronce
nuestra alma llena está de pena!
En junio del setenta y uno,
linchados por la bestia negra,
nos, Jean Baudry y Jean Balouche[658],
tras cumplir cuanto uno anhela[659],
aborreciendo a Desdouets[660]
morimos, en torre suspecta.
2
VERSOS PARA LOS EXCUSADOS[661]
De este asiento[662], tan mal hecho
que enmaraña nuestras tripas,
quienes el círculo hicieron
grandes canallas serían.
Cuando el famoso Tropmánn[663]
asesinó a Enrique Kinko,
acababa de llegar
de sentarse en ese sitio[664];
pues los gilipollas de
Badingue y Enrique V[665],
se merecen, digo yo,
tan triste estado de sitio[666],
2
VERSOS AISLADOS[667]
1
Al pie de negros muros, dándole a los flacos perros,
2
Por detrás se agitaba, con hipidos grotescos,
la rosa que la panza del portero tragara.
3
Morena, sólo tenía dieciséis, y la casaron.
................................................................................................................................
Pues ama con amor puro a su hijo de diecisiete.
4
[LA QUEJA DEL VIEJO MONÁRQUICO AL SEÑOR HENRI
PERRIN, PERIODISTA REPUBLICANO][668]
¡Usted ha
mentido, por mi fémur! ¡sí, mentido, salvaje
apóstol! ¿Quiere usted, hacemos más famélicos?
¿Quiere usted trasquilar nuestra cabeza calva?
¡Pues yo tengo dos fémures torcidos y grabados!
¡Porque suelta, a diario, tanta grasa del cuello
que podrían hacerse con ella hasta buñuelos,
porque es como una máscara de dentista y caballo
depilado de feria, que babea en la tina,
cree que así me borra cuarenta años de asedio![669].
¡Tengo mi fémur! !tengo mi fémur! ¡sí, mi fémur!
Lo retuerzo a diario, desde hace cuarenta años
al borde de la silla amada, en nogal duro;
La marca del madero en él dura y perdura;
¡y si algún día avisto, yo, su órgano impuro[670],
y a esos abonados, mierda, a tus abonados
que soban ese órgano, idiota, entre sus manos[671],
.................................................................................................................................
Volveré a retocar, hasta el fin de los días
este fémur labrado desde hace cuarenta años![672].
5
[LA QUEJA DE LOS TENDEROS][673]
Que entre en ultramarinos, cuando la luna hace
aguas en la azul ventana,
Que empuñe ante nosotros la achicoria enlatada
6
…………………………………………………………….¿Son, acaso,
………………………………(toneles)?...............que alguien revienta?
……………………………………………………………………..¡No!
Es un cocinero jefe que ronca como un trombón.
7[674]
………………………………………….Entre oros, cuarzos y porcelanas
……………………………………………………………..anodmo orinal,
relicario indecente de viejas castellanas[675],
corva sus flancos púdicos sobre caoba real.
8
¡Oh! ¡las viñetas perennillas![676]
9
Ebrio, el poeta injuria, gritando, al Universo[677].
10
Llueve, dulcemente, sobre la ciudad[678].
11
¡Cuidado con ella, oh, mi vida ausente![679].
12
La clara luna, al dar las doce el campanario ...[680]
[1] Estos poemas (cinco, más uno perdido) son simples ejercicios escolares ––si en Rimbaud algo es simple ejercicio. Esta condición los diferencia de los poemas en latín escritos por Baudelaire, y que éste incluye en Las flores del mal, como textos de creación que merecen un lugar en su obra. El que sean ejercicios de clase ha llevado a los editores de la obra de Rimbaud a no tenerlos en cuenta en muchas ocasiones. Creemos que es un error.
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