Los anarquistas se abstuvieron, y esto facilitó el triunfo de los partidos de derecha. Los sectores más izquierdistas no admitieron su derrota en las urnas; planearon una revolución que fue muy sangrienta en Asturias. Convocadas nuevas elecciones generales en febrero de 1936 dieron la victoria por estrecho margen al Frente Popular formado por socialistas y republicanos; esta vez votaron los anarquistas. Fue destituido Alcalá Zamora y sustituido por Azaña. Pero un clima precursor de la guerra civil reinaba...

La Guerra Civil

Jefes del Ejército, falangistas, monárquicos, miembros de diversos partidos de derecha y también muchos republicanos que veían con gran preocupación el deslizamiento de la República hacia posiciones de extrema izquierda participaron en un alzamiento que se inició en las guarniciones del norte de Marruecos el 17 de Julio de 1936 y se extendió en los siguientes días a muchas capitales de la Península.

En noviembre de 1936, la marcha de las columnas que participaron de Sevilla, reforzadas con unidades marroquíes, que levantaron del asedio a los defensores del Alcázar de Toledo, no pudieron conquistar Madrid por insuficiencia de efectivos. Esto indicó que la guerra iba a ser larga. En efecto, hasta la primavera de 1938, una poderosa ofensiva que, partiendo de Aragón cortó en dos el territorio republicano, aislando Cataluña, los dos Ejércitos estuvieron muy nivelados. Y en los primeros meses de 1939 un avance rapidísimo conquistó Barcelona, Tarragona y Gerona. El 1 de abril la lucha había terminado en todo el territorio nacional. La República había muerto.

Ámbito literario

La Generación del 98

Para estudiar un grupo de intelectuales de ciertas épocas, existe la estúpida manía (que ya viene de Teofrasto y su maestro) de clasificar y agrupar bajo un rótulo. Tal fue el caso de Azorín que, en 1913, acuñó definitivamente el tópico generación del 98; pero Azorín incluyó a escritores dispares como Unamuno, Rubén Darío, Baroja y Valle Inclan, Maeztu y Benavente.

La idea fue acertada, pero el intento de clasificación no. Porque el concepto de generación literaria ha de ser más rebuscado, complejo; no es suficiente que unos escritores sean coetáneos para que formen un grupo coherente en ideas y estética. Son, pues, prescindibles otros requisitos, como, por ejemplo, los que estableció el crítico alemán Julius Petersen, de entre los cuales destacan:

  • Primero: Formación intelectual semejante.
  • Segundo: Algún tipo de contacto entre ellos.
  • Tercero: un acontecimiento generacional que aúne sus voluntades.
  • Cuarto: Rasgos comunes en el estilo, por los que se oponen a la estética de la generación anterior.
  • En un primer momento tales requisitos generacionales los observamos en Azorín, Baroja y Maeztu, los cuales entraron en contacto con Unamuno. Este les prometió apoyo, pues por entonces tenía un gran prestigio como luchador político y como agitador de las conciencias. Hoy, sin embargo, Unamuno se erige en "guía" de la generación del 98. En verdad, ya sus mismos amigos: Azorín, Maeztu y Baroja, y más tarde el epígono e hijo pródigo de la generación, Antonio Machado, lo consideran un maestro. En cambio, no cuentan ni Rubén Darío (que se le considera un modernista) ni J. Benavente a partir de su segundo período creativo. Se incorporan, no obstante, Ganivet, Ortega y Gasset, Menéndez Pidal...

    Renovación estética. Influencias y estilo El bagaje de literatura española con que cuenta esta generación no es pequeño: son siete siglos. Desde la consideración a Larra como un lejano predecesor, pasando por su devoción por nuestros clásicos (Cervantes, sobre todo, pues renovaron la interpretación del Quijote), hasta su devoción por nuestra literatura medieval. Pero no sólo quedaron tentado por lo nacional, sino que también compartieron la influencia y admiración por autores extranjeros: Ibsen, Tolstoi, Poe, Nietzsche, Schopenhauer, Kierkegaard...

    Con estas preferencias y posiciones, la generación del 98 aportará notables novedades a la lengua literaria. Joan Maragall apreció en ellos el sentido de la sobriedad en sus escritos. Así es: en todos los escritos se observa una voluntad antirretórica, el llamado quevedismo, por reacción contra la literatura de su siglo, así como una repulsa del prosaísmo y un exigente cuidado en la forma.

    Otra característica común es el gusto por las palabras tradicionales y terruñeras, y como no, el gran rasgo general de su estética: el subjetivismo. De este subjetivismo sui generis mana un lirismo distinto y particular en cada página de estos escritores, indicio de un sentir revolucionario y futurista.

    Unamuno y su tiempo

    El compromiso educacional

    "En el itinerario intelectual de Unamuno, hay dos temas que se imponen por encima de los demás: su obsesión religiosa y su preocupación por España, y ambos están estrechamente unidos".

    Así lo explica el Sr. Abellán (1977); pero yo prefiero citarlo como el compromiso religioso-político y compromiso educacional. Pero ¿por qué esta preocupación? Sencillamente podría contestarse porque Unamuno pertenece a la Generación del 98, y esta generación tomó interés por Castilla, núcleo del Imperio donde jamás se ponía el sol. Quizás ello resulte una perogrullada, pues habríamos de entrar en analizar este movimiento cultural; por supuesto, una vez que hubiéramos dado por idóneo el término generación del 98, para concluir que —además de los requisitos del J. Petersen— tal generación tenía el requisito del compromiso educacional. Unamuno —los noventayochistas— eran consciente del problema.

    "La sociedad española estaba necesitada a mediados del siglo XIX de una importante renovación filosófica y espiritual" (ídem, pág.