369), "con el concepto de lo histórico Unamuno se refiere a la unidad consciente de la patria constituida por los acontecimientos que a lo largo de su evolución le han dado caracteres individuantes y excluyentes respecto de los demás países".
Y así, aunque es un fiel idealista, sabe que los universales son elementos primarios de la experiencia; no como conceptos filosóficos (porque eso supondría un mundo imaginario), sino como las cualidades propias del mundo con el que el ser viviente es confrontado diariamente. De aquí que abogue por una indispensable europeización de España; una europeización natural, liberal, donde el tiempo y los hombres, y sólo ambos fragüen el destino de la nueva España, y no bajo una internacionalización político-económica y militar tal como se realizó en los años ochentas. Por consiguiente, el profesor Abellán no interpreta la idea unamuniana con toda la metafísica que acarrea y se precipita avivando dos ideas: "unas veces habla de europeización de España, mientras otras se inclina a la españolización de Europa".
Pero el concepto de intrahistoria ha despertado a Unamuno de un gran letargo. Su crisis espiritual convierte en ilimitada la vida, el existir. Sin embargo, para ello, ahora Unamuno ha de buscar creer con amor. Busca "la fe verdadera y viva, es fe que se alimenta de dudas".
Unamuno busca la esencia de su entorno, de su España; se ve, pues, obligado a comentar El Quijote, la esencia de España.
Hay nuevo siglo. La lectura de El Quijote debilita su intelecto cosmopolita. De pronto se ve envuelto en un giro de 180 grados. Es 1905. La bellé époqué está produciendo un constante ajetreo en el mundo, y Unamuno, sin embargo, como Galileo, se retracta de su postura anterior, sólo que voluntariamente, y ahora propugna la españolización de Europa, o sea, que, para Unamuno, aunque en España existe una gran decadencia y corrupción, Europa tiene aún mucho, muchísimo que aprender de España, porque, al fin y al cabo, "los bárbaros del Norte remozaron el desmayado Imperio Romano".
Esta nueva postura es ironía unamuniana. Ortega se la tomó muy en serio, y refutó encarecidamente esta idea. Pero, a partir de entonces, Unamuno identifica vida con inmortalidad, pues ésta le da sentido a aquélla, pero entre uno y otro término hay otros. No obstante, Unamuno huye de la teoría de la inmortalidad de Platón expuesta en El Banquete, que era o es dimensional. La suya, la idea unamuniana sobre la inmortalidad, es unidimensional.
Ortega y Unamuno
El profesor Abellán (1973, pág. 278) contrapone uno a otro: "Las diferencias entre Ortega y Unamuno son claras; aquél es un racionalista, y éste un aspirante a místico".
Ahora, ayudándome con el libro de Mario Bunge (1985), puede agregarse que Ortega es un racionalista, mas un racionalista a medias, porque no actúa bajo los siete tipos de racionalidad que Bunge señala.
No ocurre, en cambio, con Unamuno. Y el mismo profesor Abellán parece insinuarlo, varias veces, cuando agrega: "La admiración de Unamuno por el pueblo y su desprecio por el pueblo de Ortega tienen ese mismo origen" (ídem, pág. 279) "En el ser y en la historia de España hay una dimensión religiosa para la cual Ortega parecía estar incapacitado" (ídem, pág. 276).
Ortega es parte de la élite española y recibió mucha influencia directa del idealismo alemán. Unamuno es parte de la masa, del pueblo...
Estudio de la obra
Génesis
Después del involuntario exilio en Francia, Unamuno regresa (es 1930) a España, y, evidentemente, su organismo —cuerpo y alma— sufre transformación. Posiblemente sigue recordando aquello de: "No suelen ser nuestras ideas las que nos hacen optimistas o pesimistas, sino que es nuestro optimismo o nuestro pesimismo, de origen fisiológico o patológico quizás, …/… el que hace nuestras ideas" (1985, pág. 9).
Y ¡ay!, su España, qué soleada es. Por eso, el 1 de junio de 1930 Unamuno marcha a la Sierra de Gredos; concretamente junto al maravilloso y tan sugestivo lago de San Martín de Castañeda.
Tras irse de este lugar, Unamuno estampa sus impresiones en dos poemas. Y de nuevo en Salamanca vuelve a enfrentarse con una cruda realidad en general; pero, en especial, ha de enfrentarse con un ser viviente de carne y hueso, que nace, sufre y muere, come y bebe, juega y llora, piensa y quiere, ve y oye...
No obstante, ahora Unamuno es distinto, diferente. Aunque como ya hiciera en 1913, tiene que replantearse (o completar) una nueva síntesis de la naturaleza humana.
El universalismo (adquirido en Francia) influye en su corazón y razón, y como de súbito, conoce lo que acongoja al ser viviente español de carne y hueso: la existencia o no del infierno y la gloria, y quiénes y por qué van a uno u otro sitio. Y así, entre el 1 de junio de 1930 y el 3 de diciembre de 1931, en año y medio, Unamuno consigue escribir, publicar y levantar críticas con su novela San Manuel Bueno, mártir.
Fuente
Basándonos en el estudio historiográfico de H. Thomas (1978, cap. 4, pág. 70) diríase que Unamuno fue presto en intuir la realidad española y plasmarla, pese a haber estado ausente, y sin inventar nada de ella, elige e inmortaliza a unos caracteres nada extraño.
Esto nos arrastra a pensar que preludiaba la guerra civil, porque veía que todo problema estaba insertado en la "estructura interna", ya fuera del Estado, la Iglesia o la del mismo sujeto.
Esta manera de ver a Castilla —que no es otra cosa que España—, escudriñando las estructuras internas de los tres entes, nos encamina a suponer que ese ojo clínico suyo es deuda de la ingente obra cervantina.
Tema
Aunque podría decirse, como se ha dicho y sostenido, para globalizar, que el tema general de la novelita es el sentimiento trágico de la vida, en verdad su tema general o principal es la santidad del párroco. Es decir, el problema de estar seguro si Don Manuel hay que considerarlo (como a San Agustín o Jesucristo) un hombre o un Santo.
Con ello Unamuno logra: cerrar su crisis espiritual y responder a problemas que le habían surgido tras su militancia socialista. En efecto, los filósofos cristianos de los primeros siglos, desde Pablo de Tarso hasta San Agustín, tuvieron grandes dificultades, y una de ellas fue el problema del Hijo de Dios.
1 comment