¡Lo hice! ¡Lo despedí! Pero luego me encontré con que esta pobre mujer se quedaba en casa como perdida, como uno de aquellos animales sin dueño a los que se acoge por compasión.
LA MADRE. ¡Y cómo no!
EL PADRE. (Volviéndose rápidamente hacia ella, adelantándose.) Nuestro hijo, ¿no?
LA MADRE. ¡Me arrancó primero el hijo de los brazos, señor!
EL PADRE. ¡Pero no por crueldad! Sino para hacerlo crecer sano y robusto, en contacto con la naturaleza.
LA HIJASTRA. (Señalándolo, irónica.) ¡Se ve!
EL PADRE. (De inmediato.) ¿También es culpa mía si después creció así? Lo dejé en manos de una nodriza, señor, en el campo, en manos de una campesina, al no parecerme ella lo bastante fuerte pese a su origen humilde. La misma razón por la que me casé con ella. Prejuicios, quizá, ¿pero qué puedo hacer? ¡Siempre he tenido estas malditas aspiraciones a una firme salud moral! (La HIJASTRA, en este punto, estallará de nuevo en risas escandalosamente.) ¡Hágala callar! ¡Es insoportable!
EL DIRECTOR. ¡Cállese! ¡Déjeme escuchar, por Dios!
De inmediato, a raíz de la llamada de atención del director, ella se quedará callada y absorta, cortando la risa. El DIRECTOR bajará del escenario para ver mejor la escena.
EL PADRE. Yo no podía seguir junto a esta mujer. (Señalará a la MADRE.) Pero no tanto por el fastidio que sentía, por la sofocación -verdadera sofocación-, sino por la pena, la pena angustiosa que sentía por ella.
LA MADRE. ¡Y por eso me echó de casa!
EL PADRE. La envié con aquel hombre, sin que le faltara de nada. Sí, señor. ¡Lo hice para librarla de mí!
LA MADRE. ¡Y para librarse él!
EL PADRE. Sí, señor. Yo también, lo admito. Y lo que vino fue un gran malestar. Pero lo hice con buena intención… y más por ella que por mí. ¡Lo juro! (Cruzará los brazos sobre el pecho; después, rápidamente, se dirigirá a la MADRE.) Dilo si dejé de tenerte presente. ¡Dilo! Di si te abandoné hasta que él no te llevó a otra ciudad, de un día para otro, sin yo saberlo, estúpidamente impresionado por mi interés puro, créame que puro, señor, sin ninguna otra intención. Me interesé con una ternura increíble por la nueva familia que iba surgiendo. ¡Ella misma se lo puede asegurar! (Señalará a la HIJASTRA)
LA HIJASTRA. ¡Y más que eso! Yo era muy pequeña, ¿sabe? Llevaba trencitas a la espalda e incluso con el vestidito corto -así era de pequeña- y me lo encontraba a él delante del portón de la escuela cada vez que salía. Venía a ver cómo crecía.
EL PADRE. ¡Eso es una calumnia! ¡Infame!
LA HIJASTRA. ¿Seguro? ¿Por qué?
EL PADRE.
1 comment