––Los hombres son terrible­mente egoístas; nunca piensan en esas cosas.

LADY BASILDON. ––¡Los hombres son enormemente materialistas, enormemente materialistas! (El vizconde de NANJACentra con algunos invitados. Vienen del salón de música. Después de examinar cuidadosamente a todos los presentes, el vizconde se dirige a lady Basildon.)

VIZCONDE DE NANJAC-¿Puedo tener el honor de acompañarla a cenar, condesa?

LADY BASILDON. ––(Fríamente.) Nunca ceno; gracias, vizconde. (El vizconde va a retirarse. Lady Basildon se da cuen­ta, se levanta rápidamente y lo coge del brazo). Pero iré con usted encantada.

VIZCONDE DE NANJAC. ––¡Me gusta comer! Soy muy inglés en todos mis gustos.

LADY BASILDON. ––Parece completamente inglés, viz­conde, completamente inglés. (Salen. Míster Montfor, un joven muy elegante, se aproxima a mistress Marchmont.)

MíSTER MONTFORD. ––¿Le gustaría ir a cenar, mistress Marchmont?

MISTRESS MARCHMONT. ––(Lánguidamente.) Gracias, míster Montford, nunca ceno. (Se levanta y lo coge del brazo.) Pero me sentaré junto a usted para observarlo.

MISTER MONTFORD. ––No me gusta que me obser­ven cuando estoy comiendo.

MISTRESS MARCHMONT. Entonces observaré a cual­quier otro.

MISTER MONTFORD. ––Eso me gustaría menos.

MISTRESS MARCHMONT. ––(En tono severo.) ¡Le ruego, míster Montford, que no me haga estas penosas escenas de celos en público! (Bajan las escaleras con los otros invitados, cruzán­dose con sir Robert Chiltem y mistress Cheveley, que ahora entran.)

SIR ROBERT CHILTERN. ––¿Va usted a ir a alguna de nuestras casas de campo antes de abandonar Inglaterra, mistress Cheveley?

MISTRESS CHEVELEY. ¡Oh, no! No puedo soportar sus fiestas campestres. En Inglaterra actualmente la gen­te intenta ser ocurrente durante el desayuno. ¡Eso es horroroso! Sólo los estúpidos intentan ser ocurrentes durante el desayuno. También está allí siempre el fantas­ma familiar leyendo las oraciones familiares. Mi estancia en Inglaterra realmente depende de usted, sir Robert. (Se sienta en el sofá.)

SIR ROBERT CHILTERN. ––(Sentándose junto a ella.) ¿En serio?

MISTRESS CHEVELEY. ––Completamente en serio. Quiero hablar con usted sobre un gran asunto político y financiero; sobre la Compañía Argentina del Canal.

SIR ROBERT CHILTERN. ––¡Qué tema tan práctico y tan aburrido para que sea usted la que hable de él, mis­tress Cheveley!

MISTRESS CHEVELEY. ––¡Oh! Me gustan los temas prácticos y aburridos. Lo que no me gusta es la gente práctica y aburrida. Hay una gran diferencia. Además, sé que usted está interesado en el asunto del canal inter­nacional.